Colombia, realismo mágico en la cocina
Colombia, realismo mágico en la cocina
Una ruta por el nuevo destino gastronómico de
moda en Latinoamérica
Después de la consagración de Perú como uno
de los destinos foodies de primer orden
internacional, Colombia aspira ahora a poner su panorama
gastronómico en ebullición. Nuevos restaurantes de innovadores chefs comienzan
a aparecer en las listas de los mejores fogones del planeta. Ha llegado el
momento de ver a qué sabe Colombia y qué se cuece en sus cocinas. El realismo
mágico salta también al plato.
Y es que la cocina colombiana, como su
literatura, es una sugerente combinación de tradiciones locales e imaginación
desbordante, que busca un estilo propio. En Bogotá está la clave del cambio, pero hay otros lugares por todo el país que
reúnen los ingredientes y el talento de la nueva cocina colombiana.
Los
grandes de Bogotá
La nueva cocina colombiana trata de
encontrar su sitio en el mundo a través de un estilo propio, centrado en los
productos autóctonos, reinventando las recetas tradicionales y buscando el
equilibrio entre tradición e innovación. Poco a poco, los chefs colombianos
comienzan a aparecer en los rankings gastronómicos internacionales, como
demuestran tres referencias imprescindibles en la capital.
El
restaurante más loco
Bogotá está en plena transformación –no
solo en el plano gastronómico–, aunque a los viajeros les cuesta ir más allá de
La Candelaria, el empedrado centro histórico, lleno de edificios coloniales,
museos, restaurantes, hoteles y bares distribuidos ente casas, iglesias y
conventos con unos 300 años de antigüedad. Para sentarse en algunas de las
mejores mesas de la ciudad y comprobar hacia dónde se mueven ahora los
bogotanos, hay que salir de este área de confort. Una
visita casi obligada es el surrealista y legendario Andrés Carne de Res, en Chía (Calle 3 N°11ª-56; +57 1
8637880), un divertido steak house a
unos 40 minutos del centro de Bogotá.
No se parece a ningún otro sitio del mundo,
ni por el tamaño ni por la decoración, a base de objetos religiosos, máscaras y
detalles artísticos de lo más extraño. Podría describirse como una suma, a
partes iguales, de Tim Burton, Disneylandia y Willi Wonks, más un toque kitsch de cacharrería y espectáculo de feria. Un
turista sueco lo definió como “cenar en una lavadora”. Sea lo que sea,
deslumbra a todo el mundo con su alegre ambiente, sus fabulosos bistecs –el
menú es una revista de ¡0 páginas! – y su variopinto y surrealista
interiorismo. La experiencia, más que una comida, es un desenfrenado
espectáculo nocturno.
Andrés Carne de Res es como una pequeña
ciudad del tamaño de cuatro campos de fútbol, donde además del restaurante hay
campo de juegos, un estudio de baile y hasta una zona de talleres donde se
fabrican gran parte de los muebles y la vajilla del restaurante. Tiene
capacidad para más de mil comensales a los que se suman otros mil que cantan y
beben entre las mesas. Más cerca de la ciudad hay otro restaurante del mismo
propietario, Andrés DC, pero no tiene el loco encanto del comedor
de Chía.
EL PAIS LONELY PLANET