La Violencia e Inseguridad Social en el Perú En la Histeria Colectiva y los Trastornos Post Traumáticos

La Violencia e Inseguridad Social en el Perú
En la Histeria Colectiva y los Trastornos Post Traumáticos

Escribe: JORGE YESHAYAHU GONZALES LARA
SOCIÓLOGO MA, CASAC-T
La Diaspora
La criminalidad y la inseguridad social se ha convertido en el flagelo de la sociedad peruana, además de la falta de políticas públicas de seguridad y salud mental, y los trastornos que dejo la violencia política en la década pasada aun no resuelto se ha incrementado con el discurso violentista, racista y homofóbico en los diversos segmentos de la sociedad.  El escenario electoral puso en evidencia que los partidos políticos han fomentado el discurso de intolerancia. El ensayo es una reflexión a la convivencia social, para establecer políticas públicas de seguridad social y salud mental.

Las heridas de la violencia en la década pasada aún se mantienen abiertas en el Perú, el odio consume muchos de los debates, el Perú es una sociedad consumida por el racismo rampante y la intolerancia frente a lo diferente. Un racismo vertical y un racismo horizontal que descansa en la violencia, marcada por la histeria colectiva que explica el Post Traumatic Stress Disorder (PTSD-DSM IV-TR Code 409.81 – In 2000, the American Psychiatric Association revised the PTSD diagnostic criteria in the fourth edition of its Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV-TR)(1). 
Es un trastorno de ansiedad que puede surgir después de que una persona pasa por un evento traumático que le causó pavor, impotencia u horror extremo. La guerra interna del Perú 1980-2000, el caso de los estudiantes de secuestrados y asesinados de la Cantuta, el ataque  a un segmento social de clase media dejando heridas en la memoria colectiva de los residentes del barrio Tarata en Miraflores, el asesinato de una familia en los Barrios Altos en momento que celebraban una fiesta, los periodistas asesinados en el caso Uchurahay, los campesinos quechua hablantes en el caso Cayara, Lunamarca, los ataques a los centros de la policía en diversas regiones del Perú, el reclutamiento forzado de niños y niñas en los conflictos internos armados, los niños desaparecidos, el terror vivido ha producido una serie de post-traumas colectivos y personales. Esto explica los diálogos de intolerancia y el lenguaje de odio con la intensión de herir al interlocutor.
La guerra es un término que está íntimamente relacionado con la historia de la humanidad y con los desastres, catástrofes o emergencias. La guerra y guerras internas son la continuación de la política por otros medios. La guerra interna que sufrió el Perú no fue simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios”  que sirvió a grupos interesados, a fomentar la corrupción que se institucionalizo, al narco-tráfico, a los grupos violentistas. (Escuadrones de la muerte, terroristas, narcotraficantes, y las llamadas rondas campesinas, los comandos de aniquilamiento de Sendero Luminoso etc.). 
Las rondas campesinas operaban en las zonas andinas del Perú, conjuntamente con los comandos militares, funcionaron como administradores de “justicia”, sin código de justicia ética por la vida. Los comandos de aniquilamiento de Sendero Luminoso jugaron un rol similar ajusticiando alcaldes, comuneros, campesinos y miembros de las rondas campesinas.  Las  formas de ejecutar fueron igualmente atroces, como la mutilar a las víctimas en presencia de los miembros de familia, en muchos casos para apropiarse de tierras, o resolver rencillas personales o deudas pendientes. Esta forma de justicia autodefinida como “justicia popular” se exporto al termino del conflicto interno a los pueblos jóvenes, y ha continuado ejerciendo las formas más crueles de ajusticiamiento, como torturar a sus víctimas, quemar a las victimas vivas, extendiendo el odio y la sed de venganza sic “justicia popular” a un grupo de personas entre hombres, mujeres, jóvenes y niños. 
Los llamados linchamiento humanos o “populares”, es un tipo de violencia que se ha convertido en una práctica cotidiana en los Pueblos Jóvenes y Conos de la ciudad de Lima, frente a la complacencia del sistema de Justicia del Perú, La Policía Nacional, El  sistema de Salud Mental y la sociedad civil. Estos actos de violencia y crueldad son en muchas ocasiones justificados por personajes públicos, la prensa, los comunicadores sociales e inclusive por autoridades locales, como forma de combatir la delincuencia y pandillerismo. El problema de los actos delincuencia se presentan como un problema social de forma, detrás del problema de forma hay un efecto clínico que explica la conducta de los individuos en sociedad con respecto a la ley, la moral, los derechos constitucionales, sistema de creencias, el valor de la vida y la muerte. Este problema clínico y de salud mental expone a toda la sociedad a otras tragedias de mayor envergadura. 
Un gran segmento social de la población que hoy reside en los Pueblos Jóvenes y Conos del Perú fueron familias desplazadas voluntariamente o forzadas de las zonas de emergencia o zonas rojas durante el conflicto armado durante 1980-2000. Esto puede explicarnos los efectos traumáticos sufridos durante el conflicto armado y el fuego cruzado a que fueron expuestos. El peligro para la sociedad civil es que estos comportamientos de violencia y odio son ignorados como resultado del trauma post-traumático y terminan en tragedia. El ajusticiamiento colectivo es una forma de violencia muy típica en las pandillas. Las políticas públicas y de salud mental han ignorado estos hechos como un problema de Salud Pública y Mental. El ajusticiar a una persona frente a un grupo de personas que se complacen en matar a otro ser humano, entre gritos de euforia, puede ser explicado como un trauma post-traumático que podría estar asociado a una enfermedad mental, y a la histeria colectiva, o reproducir actos de violencia a los que fueron expuestos durante el conflicto armado interno, hoy reproducen el rol como ejecutor, como resultado del  trastorno por estrés postraumático. El  trastorno psicológico clasificado dentro del grupo de los trastornos de ansiedad. Se caracteriza por la aparición de síntomas específicos luego de la exposición a un acontecimiento estresante, extremadamente traumático, que involucra un daño físico o es de naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica para el individuo.
La guerras internas y conflictos armados internos entre el Estado y los grupos levantados en armas, insurgentes, narco guerrillas, grupos que generan terror en los ciudadanos, en un concepto más amplio que no solo abarca el conflicto bélico entre sus contendientes, en su sentido tradicional y convencional, sino va más allá, es un amplio espectro de agresiones de toda índole que abarca todos los aspectos de la vida de un grupo, etnia, comunidad, clase social, pueblo, nación o país, incluyendo el uso de tecnologías de avanzadas para lograr sus propósitos.
El trastorno de estrés postraumático puede producirse a raíz de traumas personales (por ejemplo violación, guerra, desastres naturales, abuso, accidentes serios o cautiverio) o por haber presenciado o saber de un acto violento o trágico. El resultado del conflicto armado interno peruano que causo la muerte de cerca de 1.2 millones de víctimas en todo el Perú, (INFORME Final 1999- CVR), de las cuales aproximadamente 340,000 residentes de la ciudad de Lima metropolitana, 16 mil personas reportadas desaparecidas, una guerra marcada por el racismo y el odio étnico donde la mayoría de las víctimas fueron de origen andino, sobre todo campesinos (56%), quechua-hablantes, este conflicto es el más sangriento de la historia del Perú.
Los efectos post-traumáticos se producen a raíz de traumas personales o eventos traumáticos colectivos que afectan la vida de cada persona en diferentes niveles. Una de las expresiones más evidentes en la sociedad peruana, se evidencia en la prensa escrita, en los medios de comunicación, en el discurso político y social son las brechas de odio. PTSD pone evidencia los trastornos post-traumático afectan la vida cotidiana de los peruanos en los diversos roles en que se desenvuelven. Expresiones de odio desde diversos segmentados de la sociedad nos revela el impacto de la violencia internalizada en los ciudadanos peruanos que sufrieron los efectos de la guerra interna, por la pérdida de un familiar, amigo o un ser amado.
Un reporte de CVR o un discurso no cura estas heridas que pueden están asociadas a la salud mental. Hoy los peruanos reviven con el odio irracional de los momentos de la guerra interna que afecto a toda una nación y a su diversidad étnica y cultural. Hoy un segmento social piensa que matando a todos los acusados de terroristas, o quemar a todos los “indios” seria la cura al dolor causado por la violencia política. Las imágenes que los medios de comunicación presentan de un segmento de los peruanos que son provincianos, con rasgos indígenas, percibidos como incultos, sin naturaleza humana o sentimientos de amor.
Por otro lado el odio a la ciudad capital, contra los  empresarios, periodistas, profesionales, policías, militares son percibidos ideológicamente, sin sentimientos y pasiones, y que los alimenta la codicia por el oro y el dinero.  A ello se suma la magnificación de los eventos y la creación de imágenes como personajes de idolatría. Sendero Luminoso creo al Presidente Gonzalo. El otro lado creo a su salvador el japonés, Alberto Fujimori Fujimori, donde se magnifica su imagen entre rituales y el culto a la personalidad, donde la corrupción institucional se justifica, por ser el salvador, y los Senderista glorifican la quinta espada del maoísmo y justifican las masacres, los llamados “juicios populares”, los degollamientos de sus víctimas y asesinatos selectivos de dirigentes sindicales, policías, empresarios y miles ciudadanos con rostros pero sin apellidos. La crueldad fue el cordón umbilical de los grupos violentistas, terroristas, escuadrones de la muerte y aniquiladores a sueldos. Esta crueldad ha tenido un impacto negativo en la memoria colectiva de las victimas sobrevivientes de atentados, torturas, arrestados inconstitucionalmente, violaciones, secuestros, y ciudadanos que fueron afectados por la violencia directa o indirectamente por los recuerdos. En términos de salud pública y mental soldados, sub oficiales, oficiales de las fuerzas armadas y de la policía son víctimas de los post-traumas, de igual manera los civiles adultos, jóvenes y niños, autoridades civiles, y los insurgentes de los grupos levantados en armas. Las enfermedades mentales no discriminan afectan a todas las partes en conflictos y se extiende en muchas casos a miembros de la familia  afectados indirectamente a temprana edad, y que desarrollan los sistema. 
Otro elemento que pone en evidencia los efectos del trastorno de estrés postraumático  (PTSD), son los sentimientos de piedad y compasión por el prójimo. Para las madres que perdieron sus hijos este vacío y sentimiento de dolor marco sus vidas con el dolor emocional, y se profundiza para quienes nunca pudieron dar sagrada sepulturas de sus familiares. El Otro lado es la pérdida del sentimiento de piedad, compasión por el prójimo; donde el dolor ajeno se alimenta el odio del Otro, llegando a expresar que los desaparecidos son solo una fantasía, y que si fueron quemados vivos, o torturados se justifica porque eran diferentes. Los efectos traumáticos afectan a los dos grupos que expresan su dolor desde diferentes expresiones, pero no deja de ser dolor. En el caso del Perú el trastorno de estrés postraumático (PTSD) tiene una relación con la cultura en que desarrollaron los eventos, donde el racismo, la discriminación, la diversidad lingüísticas del castellano, donde una mayoría de las víctimas fueron quechua-hablantes. Estas víctimas siguen siendo invisibles para el establishment  de la sociedad peruana. Hoy solo se recuerda a las víctimas de Tarata y la Cantuta, las otras víctimas son invisibles pero está presente en la memoria de las familias. Los peruanos suelen minimizar las tragedias, o negar los hechos ocurridos cuando se trata de personas quechua hablantes, afro-peruanos. El mestizaje como discurso político ha jugado un rol discriminatorio, y ha reforzado el discurso intolerante y de odio por los familiares que reclaman por sus familiares desaparecidos, o injustamente acusados por ser de origen andino y ha creado una brecha en la sociedad. Los limeños convirtieron sus hogares en cárceles privadas, enrejaron sus casas, negocios, oficinas para prevenir asaltos, plagios por los grupos armados. El efecto psicológico de enrejar su propia casa y ofrecer el sentido de seguridad tuvo un efecto secundario que afecto en diversas formas el estima personal de las personas, que se expresa en pánico, inseguridad
Los dos lados de la moneda han creado sus propias apologías. Lo irónico que los dos personajes mitológicamente creados se encuentran en prisión.  Este es un tema que nos pone a repensar sobre los traumas y la salud mental, crea sus propios mitos psicológicos para reducir el dolor físico que se convierte en dolor emocional  a largo plazo.
Los efectos post- traumáticos (PTSD) nos permite explicar el lenguaje violentista en los diálogos. Esto pone evidencia la intolerancia que para construir relaciones democráticas, hay que racionalizar que los ciudadanos tienen derechos a sus opiniones propias, cultos religiosos y creencias, que constituye parte de la naturaleza humana de los individuos en una sociedad. En los diálogos peruanos el prejuicio latente está detrás de cada expresión, hay una conspiración golpista, terrorista, caviar-izquierdista, macartista.  El odio y la irracionalidad para entender la dinámica y efectos de la violencia son diversa y tiene que ver con los valores sobre la vida y la muerte de cada individuo. Las personas que sufre PTSD bloquean colectivamente eventos de violencia, por ejemplo para algunos los asesinatos de la Cantuta no existen es solo una creación caviar. Otro segmento de la sociedad que sufre PTSD menosprecia el atentado que ocurrió en Tarata, por ser un sector residencial de clase media .Como explicar estos dos eventos y los traumas personales donde hubo víctimas. Los traumas PTSD muchas veces reprimen emocionalmente incidentes violentos que no pueden ser explicados, y se reprimen o se bloquea las emociones, victimizándose así mismo. Esta es solo una aproximación que busca comprender el fenómeno de los traumas en los ciudadanos que vivieron, porque puede presentarse otros elementos que afecten la salud mental. (Bi-polar discorde, esquizofrenia, dependencia crónica a drogas o alcohol, bulimia,). El comportamiento de las personas que sufre este trauma PTSD puede explicar su comportamiento frente a un monumento recordatorio de las víctimas de la violencia “El Ojo que Llora”. Un grupo de personas con una agenda política de odio busco destruir el monumento recordatorio. Este comportamiento nos revela el peligro que pueden ser expuestos individuos que sufren post-trauma y llegar extremos de violencia. Destruir un monumento que representa una reflexión sobre la violencia en la década pasada, bajo la manipulación política es un grave delito para la salud mental. El monumento es una roca que expresa el llanto y el dolor causado.  El bloqueo del dolor por los Otros, la represión de los sentimientos de piedad y compasión por el prójimo  por los familiares que también son víctimas sobrevivientes.  La compasión por el prójimo está ausente.
Esta dicotomía es la que se expresa en los diálogos y comportamientos cotidianos entre peruanos y la exportan a las nuevas generaciones como dogmas. Estos son los efectos PTSD que requiere políticas de salud pública y mental. El conflicto interno que afecto a todos en la diversidad de roles que cada ciudadano se inter-relaciona cotidianamente, porque las imágenes de atentado en Tarata, los plagios de la Cantuta, el caso de los periodistas de Uchurahay, los campesinos asesinados en el caso Cayara, el caso de los Barrios Altos, el atentado a la embajada de Japón, los coche bombas en las calles de Lima, estas imágenes de terror están presente en el subconsciente y en la memoria colectiva de las victimas sobrevivientes de los ataques.(abusos físicos-emocionales, violación sexual, torturas, persecuciones extrajudiciales, acoso policial, político, abuso verbal con el propósito de afectar el estima personal de la víctima, estas y otras formas ).
El trauma es la incapacidad del individuo para responder adecuadamente a la intensidad de un aflujo de excitaciones demasiado excesivo para su psiquismo producido por determinado acontecimiento experimentado. El bloqueo de la actividad motriz externa (imposibilidad de reaccionar) aumenta la posibilidad del estrés postraumático. La función del YO es evitar estos estados traumáticos, tamizar y organizar la excitación recibida descargándola motrizmente o ligándola a pensamientos y palabras.
Esto es posible debido a la capacidad del Yo para anticipar en su fantasía lo que va a ocurrir e ir preparándose para el futuro. Los hechos que no han sido anticipados y que son experimentados de una manera violenta e intrusiva originan grandes cantidades de excitación no controlada que las vuelven abrumadoras para el psiquismo. Esta excitación es excesiva en relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad para controlarla y elaborarla psíquicamente. 
El trastorno por estrés postraumático es generado por los efectos patógenos duraderos que este incidente traumático provoca en toda la organización psíquica. Las probabilidades que tiene un incidente de producir un trastorno por estrés postraumático se hayan directamente relacionadas con su carácter de imprevisto.
El principal síntoma es el bloqueo o disminución de las funciones del Yo y esto es lo que trae como consecuencia todos los demás síntomas. Este bloqueo se explica por la concentración de toda la energía psíquica disponible por el psiquismo en una sola tarea: el intento de controlar la abrumadora excitación psíquica invasora. La urgencia de esta tarea hace que todas las demás funciones yódicas queden relegadas, la emergencia domina completamente al sujeto. Eso genera toda clase de mecanismos de defensa del Yo y de fenómenos regresivos.  
Casi todos los síntomas del trastorno por estrés postraumático son producto del bloqueo de las funciones perceptivas del Yo: el embotamiento psíquico, la amnesia total o parcial, la reducción acusada del interés, la disminución de la capacidad para sentir emociones, las dificultades para concentrarse, el insomnio, la irritabilidad y la disociación psíquica.
El gobierno central, y los gobiernos locales y regionales, las instituciones de salud pública y bienestar social deben establecer políticas públicas de salud mental y prevención para evitar tragedias. El PTSD es una enfermedad real. Las personas que viven una experiencia terrible y aterrorizante pueden tener PTSD. Se puede tratar con medicamentos y/o terapia. No existe en el Perú estadísticas sobre cuántas personas pueden sufrir de PTSD después de: – Ser víctima de una violación o abuso sexual – Ser golpeado o herido por un miembro de su familia – Ser víctima de un crimen de violencia – Estar en un accidente aéreo o automovilístico – Un huracán, tornado o incendio – Estar en una guerra o conflicto interno – Ser obligado a convertirse en refugiado – Estar en una situación en la que pensó que lo iban a matar – O, después de haber presenciado cualquiera de los eventos anteriores. 
Las personas que sufren PTSD, a menudo tienen pesadillas o pensamientos aterrorizantes sobre la terrible experiencia que tuvo. La persona trata de mantenerse alejado de cualquier cosa que le recuerda ese momento tan horrible. Puede sentirse enojado e incapaz de preocuparse por otras personas o confiar en ellas. Siempre está a la defensiva, pendiente de cualquier peligro. Las personas que sufren PTSD son propensa en algunas situaciones de extremo estrés asociadas a enfermedades mentales no diagnosticadas a tiempo y pueden cometer un crimen y terminar en una tragedia. Las señales de PTSD tardan años en manifestarse. El PTSD puede ocurrir a personas de todas las edades. Hasta los niños lo pueden tener. Algunas personas mejoran en seis meses mientras que otras pueden tardar mucho más en mejorarse.
El PTSD es un trastorno cerebral serio que tiene un sustento biológico. Recientes estudios científicos determinaron que las personas con PTSD tienen una disminución en el tamaño de la región del cerebro involucrada en el aprendizaje, la memoria y el desarrollo de las emociones, así como una alteración en los niveles de algunos químicos del cerebro.  Se cree que estos cambios son causados por un incremento de las hormonas del estrés producidas durante el evento traumático y durante los numerosos momentos en que se revive el evento. 


New York, July 19, 2012.

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