LUCES Y SOMBRAS DEL DESEMPEÑO ELECTORAL DE LA IZQUIERDA
ABRIL
11, 2016
Por:
Manuel Guerra.
A estas
alturas (domingo 10 de abril, 11:15 pm) las cifras oficiales, todavía
parciales, no vislumbran con certeza si Verónika Mendoza irá a la segunda
vuelta. No obstante, cualesquiera que sean los resultados, la votación
alcanzada representa el logro más importante de la izquierda desde los años 80
del siglo pasado, lo cual modifica sustancialmente el mapa político peruano y sus
consecuencias se harán sentir en los años venideros.
Diversos
factores han intervenido en este escenario. En primer lugar, el hecho objetivo
que existe un amplio sector de la población que aspira a un país distinto al
que nos ofrece el modelo neoliberal, que reclama cambios de verdad y que busca
representaciones distintas a la fauna corrupta que ofrece la derecha
cavernaria. Este sector ya se expresó desde los 90, cuando dio su respaldo a
Alberto Fujimori, entonces enfrentado a Vargas Llosa, neto adalid de los grupos
de poder. Asimismo, le dio el triunfo a Alejandro Toledo, entonces abanderado
de la Marcha de los 4 Suyos, y, más recientemente, a Ollanta Humala que se
presentó enarbolando el programa de la Gran Transformación.
Verónika
Mendoza ha tenido la virtud de conectar y canalizar las aspiraciones de esta
gente. Su candidatura tiene el mérito de haberse abierto paso en condiciones
muy difíciles, cuando pocos creían que iba a jugar un rol protagónico. Con
escasez de recursos, sin contar con una fuerte estructura partidaria, con una
izquierda dispersa y el movimiento popular fragmentado, ha recorrido el país
sembrando esperanza, dándole confianza a la gente, rompiendo temores, sin hacer
concesiones a sus planteamientos programáticos. Todo ello enfrentando una
brutal ofensiva de la derecha, su poder económico y mediático al servicio de
una guerra sucia desatada en su contra.
Hay que
mencionar, además, el vacío político abierto a raíz de la decisión del JNE de
dejar fuera de carrea a Julio Guzmán y César Acuña, lo que motivó que parte de
ese electorado se orientara hacia las candidaturas de Alfredo Barnechea y
Verónika Mendoza. El equipo de campaña del Frente Amplio se mostró a la altura
de los retos, demostró olfato y creatividad para sacar provecho de las condiciones
favorables y de los errores de los adversarios.
La campaña
de Verónika Mendoza tuvo también el mérito de lograr importantes niveles de
unidad del pueblo izquierdista, en su mayor parte fuera de los partidos. Las
organizaciones de izquierda, asimismo, se fueron sumando alrededor de esta
candidatura, contribuyendo en la campaña y en la organización de los
personeros. No obstante, el hecho de que la unidad de la izquierda y el
progresismo no se forjara desde un inicio en un solo bloque, con un solo programa
y una sola candidatura, fue un error que le otorgó una clara ventaja a la
derecha.
El ejemplo
más claro de lo dañino de la estrechez de miras y el divisionismo lo tenemos en
el desempeño de Gregorio Santos, cuyos seguidores hoy festejan el resultado
obtenido en Cajamarca, sin considerar lo que sucede en el resto del país y el
efecto nocivo de sus acciones. La derecha deberá estar muy agradecida con
Democracia Directa y su representante por haber impedido una clara victoria de
Verónica sobre PPK.
Con los
resultados obtenidos por el Frente Amplio y el liderazgo de Verónika Mendoza se
abre un nuevo episodio para la izquierda peruana. El gran reto consiste en
transformar el espacio electoral en un compromiso consciente y organización;
aprovechar la oportunidad que se presenta para construir la más amplia unidad
de la izquierda y el progresismo. Lo peor que podría ocurrir es que se imponga
nuevamente el sectarismo y se eche por la borda lo avanzado. Confío que
Verónika Mendoza, las organizaciones del Frente Amplio y el conjunto de los
partidos de la izquierda estarán a la altura de ese reto, que juntos
resistiremos la inevitable ofensiva derechista y persistiremos en abrir un
nuevo rumbo a nuestra patria.