Es imposible que hablemos de libertad religiosa si el propio Estado peruano, en edificios públicos, hace proselitismo de una religión determinada


Es imposible que hablemos de libertad religiosa si el propio Estado peruano, en edificios públicos, hace proselitismo de una religión determinada

Jorge Yeshayahu Gonzales-Lara
Sociólogo MA, CASAC-T





El Perú debería tener una ley que prohíbe “la instalación o exhibición permanente de imágenes o motivos religiosos, así como las imágenes de calendarios con alusiones sexistas, o fotografías de los políticos de la preferencia en todos los edificios públicos de la Ciudad”. La presidenta del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), Gisella Orjeda, envió un correo electrónico a los trabajadores de esa institución en la que prohíbe las imágenes religiosas en las oficinas y da un plazo de una semana para retirar toda representación católica o cristiana. Esta propuesta, más allá de las reacciones desmedidas en su contra que han tenido algunos grupos religiosos, no hace más que cumplir con la Constitución, que garantiza la libertad religiosa y la no discriminación, como establece en el Título I De La Persona y la Sociedad y en el Capítulo I Derechos Fundamentales de la Persona y en la ley 29635 Libertad de Religión en el Perú.

Es imposible que hablemos de libertad religiosa y no discriminación por religión si el propio Estado, en edificios públicos, hace proselitismo de una religión determinada, exhibiendo sus símbolos junto con los de la Nación. Los empleados, empleadas y funcionarios públicos que exhiben en sus oficinas imágenes o estatuillas de sus preferencias religiosas, en otros casos imágenes de calendarios de mujeres desnudas, o fotos de su preferencias políticas en oficinas de servicios público, como una forma de decir no son bien venidos quienes no comparte mis preferencias religiosas, sexistas o políticas.

La libertad de cultos sólo puede ser garantizada por un Estado laico, que no significa “antirreligioso”, como algunos quieren hacer crecer, sino que es aquel que se coloca por encima de cualquier creencia y, sin pasión religiosa, garantiza a todos el derecho a creer o no creer y, a quien cree, el derecho a profesar libremente su culto respetando a los demás. Colgar un crucifijo o la imagen de una virgen en una escuela pública, en las instituciones públicas,  un juzgado, la Legislatura, una oficina de atención al público del Gobierno de la Ciudad, una comisaría o un registro civil, por ejemplo, ello expresa la imposición y discriminación para las personas que profesan otro cultos religiosos.

El Estado somos todos, no sólo los católicos apostólicos romanos, cristianos, evangélicos, musulmanes, judíos. Cada uno es libre de tener en su casa la cruz, la estrella de David o las imágenes de los oriyas, pero elegir uno de esos símbolos para colocarlos en un edificio público donde deben ser atendidas personas de todas las religiones y personas que no profesan ninguna religión es claramente discriminatorio y es una forma de decirle a quienes no son católicos que en los edificios públicos, son menos bienvenidos que quienes sí lo son.

Con excepción de los que se encuentren en hospitales y cementerios, “en tanto dichos elementos religiosos se encuentren en un espacio reservado y se garantice la multiplicidad de credos”. pero elegir uno de esos símbolos para colocarlos en un edificio público donde deben ser atendidas personas de todas las religiones y personas que no profesan ninguna religión es claramente discriminatorio y es una forma de decirle a quienes no son católicos que, en los edificios públicos, son menos bienvenidos que quienes sí lo son.
Esto ha puesto en debate el cumplimiento de la Constitución y el respecto a los derechos la persona y la sociedad, donde el estado debe garantizar la igualdad de derechos civiles y respectos a las creencias religiosas. No se puede usar los espacios públicos y las oficinas de servicio público del Estado para activismo político, religioso o exhibiciones sexistas.

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