Testimonios de la guerra contra el terrorismo en el Peru : De héroes y frustraciones
De héroes y frustraciones
Enrique
Soria
Su objetivo
inmediato es que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) le permita inscribirse
como partido político bajo el nombre de Movadef (Movimiento por la
Amnistía y los Derechos Fundamentales) y con ello exigir una amnistía para su
jefe fundador Abimael Guzmán. Para ello ha presentado unas 360,000 firmas. El
JNE ha dicho que no pero la presión aumenta para que se convierta sí.
El actual
activismo de Movadef es tal que las universidades del país (espacio natural de
Sendero Luminoso) han realizado marchas contra el terrorismo y el Congreso de
la República debate el proyecto de ley sobre el negacionismo, que de
convertirse en ley, castigará con penas de cuatro a ocho años a todo aquel que
niegue la violencia terrorista.
En los últimos
días las autoridades argentinas han arrestado, a solicitud de Perú, a un líder
de Movadef, para su extradición, y es en ese país que el ex embajador del Perú
en Buenos Aires, Nicolás Lynch, tuvo que renunciar a su cargo por atreverse a
recibir una carta de Movadef cuando este movimiento realizó hace meses una
protesta ante la embajada peruana.
Estos episodios
están llevando a escalar el debate, donde una buena parte de la opinión pública
pide que se le cierren todas las puertas a Movadef, mientras que otra considera
que hay que ganarle a Sendero Luminoso en su cancha, es decir entrar de lleno
al combate político e ideológico, donde es imposible que ganen.
Esta semana
publicamos una serie de historias humanas de ex miembros de la policía peruana
que combatieron a Sendero Luminoso en las zonas de emergencias y en la capital.
Todos los entrevistados fueron miembros de la ex Guardia Republicana, ex
Guardia Civil, y la ex Policía de Investigaciones del Perú (PIP).
Todos son
residentes en los Estados Unidos, y se identifican, para la entrevista
periodística, con sus iniciales y los alias que emplearon en Ayacucho, en Lima o
en otros lugares donde dieron cara a las huestes de Abimael Guzmán. Igualmente
todos coinciden en que a la fecha el estado peruano no cuenta con una
estrategia clara para el combate para acabar de raíz con este flagelo, y que
los recursos y la logística que se viene empleando no es muy diferente de las
que se emplearon en la década de los 80, y que califican de erróneos.
“Vengo de familia dedicada
a la labor policial, han formado parte de la PIP y yo entré como suboficial.
Estuve un año en la zona de emergencia, que era un requisito para la carrera
policial. Recibí entrenamiento antisubversivo bajo el Comando del Ejército, fue
intenso, un mes día y noche para estar listo para debutar en zona de
emergencia. Llegas a estar sicológica y físicamente preparado y tener destrezas
en el uso de armas y explosivos”, explica “Cachorro”.
“Hubo mucha labor de
inteligencia porque el enemigo empleaba muchas estrategias y estaba organizado
en células clandestinas. La ventaja era para ellos, puesto que atacaban de
sorpresa, un factor que nos causó mucho daño. Esa desventaja la superábamos con
amor a la institución ya que el estado no se preparó para las contingencias.
Belaúnde dejó avanzar el fenómeno, lo dejó crecer y que ganara en organización,
mientras que al mismo tiempo no se preocupaban por dotar a las fuerzas del
orden con armas y capacitación adecuadas”.
“Empezaron tomarse las
cosas en serio cuando Sendero Luminoso empezó a llegar a la ciudad. Ayacucho
era la base de los terroristas. En el 87 yo sabía a dónde iba. Llegue allá en
un contingente de relevo de 100 hombres para reemplazar a otro centenar. La
situación de primera impresión era difícil, dura. Los terrucos sabían que
llegábamos y empezaron a atacarnos para que sintiéramos el impacto sicológico”.
“Estábamos preparados para
contrarrestarlos. Usábamos AKM, FAL o AK47, pero éstas eran insuficientes ante
las armas sofisticadas de los terrucos. En el año que estuve destacado habré
sostenido unos siete u ocho enfrentamientos con SL y se lograron desactivar
células senderistas. La mayoría de los que capturamos estaban completamente
adoctrinados y tenían rangos de jefes locales”.
“En lo referente a la
actualidad puedo apreciar que ésta se reproduce, hay carencia de apoyo
logístico y moral, ausencia de estrategias, falta de decisión, es decir las
mismas limitaciones. Aquí en los Estados Unidos todos los soldados reciben
adecuados apoyos logísticos, morales y familiares”.
CJ (La Mole), integró las
fuerzas de la ex Guardia Civil. Llegó a Ayacucho en 1982 a la edad de 22 años
“Hasta ese momento
básicamente la preparación era académica. Portábamos ametralladoras con escasas
municiones, y las armas con el uso en el trascurso del año devinieron en
obsoletas. Apenas llegamos a Huamanga denoté que no teníamos un lugar donde
pasar la noche. En la Novena Comandancia, 1er Sector había mucho personal, por
lo tanto no había espacio para dormir, por lo que se tuvo que improvisar
alojamiento en el aeropuerto”.
“No contábamos con ropa
adecuada, llevábamos el mismo uniforme de escuela con zapatos cortos, y así al
dia siguente enfrentamos a los terroristas en el aeropuerto. Escuchamos
explosiones y luego disparos, eran como las cuatro de la tarde. Cuando respondimos
con nuestros armamentos vimos como los terroristas huían por las pistas de
aterrizaje”.
“A la semana nuestra misión
era cuidar cuatro grifos: Fermín, Chacchi, Libertadores y Aeropuerto. Nos
agenciábamos nuestro rancho (alimentos) en un restaurante particular, una
pensión. Vigilábamos los cuatro grifos las 24 horas. Patrullábamos también en
tanquetas vigilando los cerros y por las vías en las que se llegaba a la
ciudad”.
“En una oportunidad fuimos
atacados cuando llegamos al grifo Fermín y rechazamos el ataque. Los
terroristas huyeron por los cerros y nosotros no sufrimos bajas. Cuando culminé
mi servicio al regresar a Lima nunca fui sometido a un examen sicológico, nunca
recibí un tratamiento e igual situación observé a los colegas que venían de
otras zonas de emergencia. Sufrimos un abandono total, a los familiares de los
policías que cayeron abatidos no se les cumplía con la ayuda económica. Y hoy
vemos las cosas parecidas”.
MV (“Lucho”), integró las
filas de la Guardia Republicana en el batallón de élite los Llapan Atic (el que
todo lo puede), la versión equivalente a los Sinchi de la Guardia Civil. Sirvió
en Huamanga, San Miguel y La Mar
Cuatro de ocho hermanos se
había preparado a conciencia para lo que sería su destino. Recibió
entrenamiento antisubversivo y formó su carácter en el Regimiento Orgánico de
la Guardia Republicana en Los Cibeles, Rímac. Se especializó en explosivos. En
marzo de 1986 le dicen que tiene dos días para despedirse de sus familiares
pues viaja a zona de de emergencia.
“Salimos del Grupo 8 de la
FAP a las cinco de la mañana en un Antonov (avión ruso). Una vez allí patrullábamos
las torres eléctricas. Vivimos un apagón en el cuartel de la Republicana de
Huamanga, que se llamaba ‘Agallas de Oro’. Experimenté una que otra refriega y
patrullábamos portando G3, arma automática y de largo alcance, considerada la
mejor entre las tres fuerzas policiales”
.
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Entre marzo de 1986 y
febrero de 1987 sirvió en San Miguel y La Mar, que eran áreas de concentración
de senderistas. Al regresar a Lima se integró a la Unidad de Desactivación de
Artefactos Explosivos, con sede en Los Cibeles. En un inicio iba como custodio
de los desactivadores hasta que luego de un curso básico de cuatro meses se
dedicó a desactivar explosivos.
Fue un 17 de mayo de 1991
que a “Lucho” le encomendaron desactivar un explosivo en el pueblo joven Año
Nuevo. Ese mismo día hizo la misma tarea en la localidad de Naranjal, y una vez
en Año Nuevo la misión era actuar rápido puesto que habían niños jugando
alrededor del explosivo.
En esa oportunidad “Lucho”
no llevaba un uniforme protector. El explosivo estaba escondido en una caña
bambú que al accionarse explotó echando por los aires al especialista. “Lucho”
perdió el ojo derecho, el brazo izquierdo y la pierna izquierda. Era un hombre
joven, de 30 años de edad y su esposa estaba embarazada. Hoy vive en
Connecticut y ha vuelto a reconstruir su vida.
Completan estas historias
“Lobo” de la Guardia Civil, entrenado en la unidad antisubversiva “Mazamari”con
el grado de Teniente de la Policía, que experimentó la muerte horrible de
colegas y “Tigre”, de la Guardia Republicana y que integró el batallón de élite
de esa fuerza.
Este artículo periodístico
es auspiciado por la Asociación de Profesionales y Técnicos Nacionalistas en
USA (ASPROTENAC,) que alienta el trabajo profesional realizado por peruanos en
los Estados Unidos, y que aprovecha la ocasión de las
fiestas navideñas para, en nombre de su presidente, Jesús Barboza, y de su
secretario general, Juan Carlos Carhuaricra, desearles a todos una Feliz
Navidad y un próspero Año Nuevo.