Lima lo hizo
Editorial/El Pais
Madrid/diciembre 5 del 2012
Resulta
chocante que la honestidad de un político sea hoy en día noticia y que
entre sus valores se distinga el de no tener la manía de bautizar con el
nombre propio las obras sufragadas por todos. Son dos de los rasgos que
mejor definen a la actual alcaldesa de la capital peruana, Lima, una
ciudad de 8,5 millones de habitantes que se ha dejado conquistar, como
tantas otras urbes de América Latina, por el coraje y el buen hacer una
mujer dedicada a la política. Su nombre: Susana Villarán.
La
prensa extranjera ha puesto en ella su foco y no porque sea la primera
mujer en acceder a la alcaldía de la ciudad de manera democrática. Lo ha
puesto porque su lucha por ordenar el transporte público —tarea
pendiente desde hace décadas— y, de paso, combatir la corrupción, puede
costarle el cargo. Una coalición política liderada por un abogado que,
según algunos, trabaja para el anterior alcalde, está recolectando
firmas contra Susana Villarán. Ha logrado más de un millón y, a pesar de
que su popularidad sigue en alza, ya se ha fijado el mes de marzo
próximo para realizar un referéndum revocatorio.
La
ley peruana permite convocar este tipo de consultas. Su origen está en
la lucha contra los políticos corruptos que se perpetúan en los cargos,
pero paradójicamente puede servir ahora para descabalgar de la alcaldía a
esta política que se culpa a sí misma de no haber sido capaz de vender
sus éxitos porque da prioridad a la austeridad. Villarán tiene por
costumbre gastar el dinero público con celo y mesura. De ahí que apenas
haya invertido en publicidad y que lo construido no lleve su nombre,
sino el lema de “Lima lo hizo”. ¿Por qué? Porque, dice la regidora, las
obras públicas las paga el contribuyente.
El
17 de marzo se sabrá si la apuesta de Susana Villarán es acertada o sus
opositores ganarán la partida. Cualquiera de los resultados vendrá a
demostrar, en cualquier caso, la calidad democrática de Perú —en otras
ciudades del subcontinente tanta valentía se ha pagado muy cara— y el
valor de algunos políticos que, como ella, son capaces de acometer los
planes que nadie se atrevió a iniciar sin colgarse más medallas que las
que le tocan.