La negación de la humanidad en el Peru: La llamada ley del Negacionismo


El proyecto de Ley del Negacionismo y sus implicancias
“Hay dos elementos a considerar para el proyecto de Ley del Negacionismo: primero, debemos generar una estrategia de lucha frontal contra el terrorismo, y esta lucha pasa por medidas de tipo legal”
 
El segundo elemento, es determinar si la norma restringiría otro tipo de derechos, como la libertad de expresión, tal como aseguran algunos legisladores y grupos activistas de los derechos humanos e inclusive la libertad de pensamiento y creencia y libertad del ejercicio religioso.
 
La iniciativa, presentada al Congreso, establece una pena privativa de libertad no menor de 4 ni mayor de 8 años a quien “públicamente apruebe, justifique, niegue o minimice los actos cometidos por organizaciones terroristas”. Ley desestima el terrorismo de Estado, que a travez de grupos armados de aniquilamiento para cometer terror y asesinatos selectivos. Esta ley adolece del sentido comun  y de las normativas de interpretacion por un codigo de regulaciones para la interpretacion de la misma.
El negacionismo es la distorsión ilegítima del registro histórico de tal manera que ciertos eventos aparezcan de forma más favorable o desfavorable, mientras que el revicionismo historico se ocupa de la corrección "legítima" del conocimiento existente sobre un evento histórico. A diferencia de la propaganda, que apela a las emociones, el negacionismo apela al intelecto, usando varias técnicas ilegítimas para proponer un punto de vista. Estas técnicas incluyen presentar como documentos genuinos a unos falsos, inventar razones ingeniosas, pero no plausibles para desconfiar de documentos genuinos, atribuir sus propias conclusiones a libros y otras fuentes que digan lo contrario, manipular series estadísticas para apoyar sus puntos de vista y traducir mal deliberadamente textos en otros idiomas. Ejemplo notorios de revisionismo histórico ilegítimo (negacionismo) lo constituyen el negacionismo del Holocausto y el negacionismo turco del holocausto armenio. El negacionismo es también utilizado por grupos de odio en Internet y sus efectos pueden encontrarse descrito en la literatura (por ejemplo, en la novela 1984 de George Orwell). En algunos países, el negacionismo de ciertos eventos históricos es considerado un delito.
En India, los historiadores con credenciales académicas impecables y reconocimiento internacional, como R.S. Sharma, Romila Thapar, Bipan Chandra, Satish Chandra y Gurú Arjan, cuyos libros de texto han sido utilizados en las escuelas por un largo tiempo, han estado bajo un ataque virulento por parte de los comunalistas y sus libros fueron distorsionados o retirados debido a la presión política. En Peru el exterminio etnico contra la poblacion quechua-hablante, las ejecuciones extrajudiciales, los comandos de aniquilamiento de Sendero Luminoso, la matanza de los penales, los jueces sinrostro. Es evidente en la fractura etnica y racista de la sociedad peruana. El proyecto de Ley Negacionista mantiene las brechas abierta del odio, porque es parcial en la creacion de su "verdad historica", y busca reescribir la historia sobre una vision absulutista negando el derechos a otras opiniones, e interpretaciones sobre los eventos historicos ocurridos en el Peru. Esta ley significa el retorno al pasado de la inquisicion y la caza de brujas en el Siglo XXI. La distancia entre el nacionalismo chauvista y el neofacismo ideologico es la distancia entre dos puntos. En el Peru habria que quemar libros y toda literatura que cuestione los eventos ocurridos durante la decada de violencia. 

Las tesis negacionistas se fundamentan muy a menudo en hechos maquillados o en la omisión deliberada de elementos de cargo. En consecuencia, se estima que sus tesis son producto de extremistas y falsificadores, con el fin de mostrar determinado hecho criminal como socialmente aceptable en su contexto. Ejemplos similares pueden presentarse en el otro extremo de la escala política, cuando los estalinistas y maoístas intentan (al igual que los revisionistas antisemitas) encubrir o minimizar atrocidades mayores llevadas a cabo bajo algunos de estos regímenes. Es el caso del Gran Salto Adelante de Mao donde hasta 43 millones de personas murieron de hambre, los Killing Fields de Camboya, el Gulag en la Unión Soviética o el Holodomor contra el pueblo ucraniano.  
La Diaspora.


La negación de la humanidad
Por Eduardo González Viaña

"Antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces.", Mateo 26:34.

Esta profecía de Jesús tiene que ver con algo que puede ser muy peligroso y definitorio en la actual historia peruana.

El gobierno ha mandado al Congreso la llamada ley del Negacionismo, una disposición que debe servirle para castigar con penas de cárcel a quienes nieguen o reivindiquen el carácter terrorista de los grupos que se alzaron en armas en décadas pasadas.

En supuesta defensa de la democracia, el precepto omite- y de esa manera justifica- el terrorismo de Estado, una forma de gobernar brutal, masiva, totalitaria y sangrienta que no es precisamente democrática. Con su flagrante silencio, la "Ley del Negacionismo” reivindica o hace pasar por excesos justificables y comprensibles -y acaso repetibles-el estado de sitio y la paz de cementerios que se producen cuando una dictadura da carta blanca a las fuerzas armadas para que éstas ocupen el país… es decir para que suplanten un terrorismo con otro.

Olvidemos por un instante las cifras de la guerra sucia. En vez de los decenas de miles de peruanos que fueron sus víctimas, pensemos en los ojos asustados, la ropa en harapos, los pies calzados o desnudos de los niños que huyen con o sin sus padres desde una aldea en llamas y que han sido testigos de la violación de sus madres y hermanas, el degollamiento de sus padres, la prisión de sus hermanos y una persecución sin fin cuyas razones no comprenden.

La guerra sucia es una guerra de exterminio… y quienes la han sufrido en el Perú eran señalados por razones étnicas, y tenían tanta culpa o participación en el conflicto como la que tenían los desdichados judíos del Holocausto.

El año pasado en elecciones, el pueblo peruano rechazó la opción del crimen como sistema encarnada en la candidatura Fujimori, desechó cualquier justificación del genocidio y repudió la imagen de un presidente que camina pisoteando cadáveres. La mayoría de los peruanos no votó necesariamente por la izquierda o por la derecha. Votó por la paz.

Sin embargo, algunos indicios parecen indicar que el silencio del precepto no es un simple exabrupto sino una tendencia en el gobierno. Por ejemplo, es notable el desdén con que se trata las conclusiones de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación así como se hace evidente una posición contraria contra las víctimas en los casos concernientes a los derechos humanos.

Como lo señala el recientemente cesado procurador transnacional Luis Alberto Salgado, hay aproximadamente 23 sentencias emanadas de la Corte de San José declarando responsabilidad internacional del Estado peruano, y éste es el mayor número individualmente correspondiente a un Estado.

¿Por qué el estado peruano debía asumir como suyos crímenes que fueron cometidos por el régimen de Alberto Fujimori? Y si no fueron crímenes, ¿por qué se mantiene en la cárcel a ese supuesto defensor de la democracia? ¿Que motivo lleva a este gobierno a poner en cuestión-como lo hacen algunos dictadores- instituciones internacionales del derecho cuya existencia es un triunfo de la humanidad civilizada?

Y más allá de eso, para usar un verbo recién impuesto por el gobierno, ¿qué pasará si esta ley del negacionismo “va”?... Si eso ocurre, quedará en manos del Ejecutivo decidir qué texto o palabra supuestamente justifica o reivindica el terrorismo de los alzados en armas. No sólo será penado lo que se escriba o proclame de hoy en adelante, sino también lo que se lea o recite del pasado.

Por ejemplo, el "Canto Coral a Tupac Amaru" de Alejandro Romualdo podría ser prohibido así como despedidos los maestros que sugirieran la lectura de ese poeta. La misma suerte correrían, entre otros, "El mundo es ancho y ajeno" de Ciro Alegría, “Hombres y rejas” de Juan Seoane”, “El sexto” de José María Arguedas” “El tungsteno” de César Vallejo. Y por supuesto si la ley "va" irían a la hoguera, o sus autores a la cárcel, todos los libros que se haya escrito o se escriban sobre la guerra sucia sin tomar al dictado la versión de sus perpetradores. Ya sé que estoy omitiendo muchos libros, pero de mencionarlos se acordarán los futuros fiscales si el negacionismo “va”.

No votamos por el terrorismo de estado encarnado en la señora Fujimori. Votamos por una opción democrática y civilizada de vivir. Sin embargo, antes de que el gallo cante, la democracia y la propia humanidad ya han sido negadas más de tres veces.

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