USA: El castellano de flor en flor. Por Eduardo Gonzalez Viana
La población latinoamericana (hispana) de Estados Unidos tuvo un impresionante crecimiento en la última década, a 50,5 millones, es decir 16,3% del total, consolidándose como la primera minoría del país, según las cifras divulgadas por la Oficina del Censo en el 2010.La Diaspora Peruana
Tú sabes en qué se parece un ascensor a una mariposa?
- En que el ascensor también va de 'floor' en 'floor'.
No me acuerdo dónde escuché este diálogo, y a lo mejor, yo mismo, soy uno de los interlocutores. Es una broma, por cierto, pero también es algo más que eso.
Es, además, el testimonio lingüístico del avance incontenible en Estados Unidos de un idioma que hasta hace pocos años era invisible, tímido e inaceptable en la vida social.
'Flor' y 'floor' (piso) sirven en este caso para hacer un juego de
palabras, pero traen a la memoria la existencia de un híbrido llamado
spanglish, que ha puesto los pelos de punta a más de un purista del castellano
o del inglés. Es más, algunos candidatos a puestos de trabajo lo declaran como
uno de los idiomas de su dominio y algunos profesores políticamente correctos
los toman en serio y aprueban con una ceja arqueada de asombro y admiración.
No, el spanglish no es un idioma, sino una mezcla heterogénea de sintagmas
y voces procedentes de una y otra lengua, sin pretensión de gramática y cuyas expresiones
son múltiples y diferentes de acuerdo con cada una de las comunidades
norteamericanas, y no hay posibilidad alguna de que adquiera la transparencia
de una lengua ni su condición de comunicadora universal.
En mil años, el castellano ha sobrepasado airoso las invasiones germánicas, la conquista árabe y su propio dominio sobre el Nuevo Mundo sin que las estructuras gramaticales se hayan alterado mayormente. Una de las razones por las que amo este idioma mágico es su burlona estrategia para resistir los cambios de la historia.
Soy uno de los cuarenta millones que lo hablan o lo sienten en Estados
Unidos, y si tengo en
cuenta que cuando llegué a este país, éramos diez millones menos, prefiero no hacer pronósticos en torno del futuro de la lengua de Shakespeare en este país.
cuenta que cuando llegué a este país, éramos diez millones menos, prefiero no hacer pronósticos en torno del futuro de la lengua de Shakespeare en este país.
Una alumna me preguntó ayer si en América Latina hablamos mejor o peor que
en España, y yo recordé a Borges, quien decía que: "No he observado que los españoles
hablaran mejor que nosotros. Hablan en voz más alta, eso sí".
Y nosotros estamos ahora haciendo lo mismo. Los hispanoparlantes hablamos
cada día en voz más alta en Estados Unidos. Nuestra presencia física como
nuestras realizaciones en todos los terrenos le han quitado al idioma su
anterior condición de invisible, y los padres hispanos ya no temen que sus
hijos lo hablen, Ni que sean discriminados por esa causa.
Sin embargo, en la otra orilla hay quienes se asustan. El doctor Samuel
Huntington, por ejemplo, se ha construido una fama mundial como agorero y nigromante
a fuerza de quitar el sueño de muchos norteamericanos con miles de páginas que
repiten el estribillo de que los inmigrantes vamos a dividir al país. Olvida
que hemos fundado buena parte de él.
San Diego, Los Ángeles, Santa Rosa, Paso Robles, Santa Bárbara, Santa
Clara, Santa Clarita, Salinas, Modesto, Merced, Ventura, Escondido, Santa
Mónica, San Bernardino, San José, Palo Alto, San Francisco, Sacramento y la
propia Florida, con sus rotundos nombres hispánicos, son prueba de que
probablemente Huntington fue reprobado de niño en la clase de
historia, o quizás ni siquiera la tomó, lo cual es posible dentro del sistema
educativo actual de Estados Unidos.
Los fundadores, por lo demás, todavía no sabían roncar con marcialidad en las noches porque el llamado 'sueño americano' no fue una invención de ellos, sino una promesa de diversidad, tolerancia y libertad surgida de la convivencia entre la gente de todo el mundo que ha llegado en estos siglos y sigue llegando a esta nación de inmigrantes.
Y por todo esto, el español se expande aquí, tímido, mágico y bello como una mariposa que va de flor en flor y de floor en floor.