Perú. Elecciones presidenciales 2011: Pánico y desesperación en la clase política a pocos días de la elección

Perú. Elecciones presidenciales 2011.

Pánico y desesperación en la clase política
 a pocos días de la elección

Arturo Quispe Lázaro

“Diez años después volvemos a pensar en la defensa por la democracia”.
“no se trata de elegir a un presidente sino que está en juego la democracia”
(Toledo, 7, abril, 2011, al constatar con desesperación que las encuestas no le favorecen)


Remezón en la clase política en el Perú a pocos días de las elecciones. Si Ollanta Humala había generado miedo y temor en la clase política al encabezar los primeros lugares de las encuestas hace algo más de tres semanas atrás, a cuatro días para el 10 de abril, día de las elecciones, el pánico cundió y electrizó aún más cuando las encuestas –prohibidas de publicarse- volvieron a remecer el avispero político al dar cuenta que los llamados políticos “democráticos” quedarían fuera de la contienda y de su opción de llegar a la presidencia. La noticia afectó también a algunos medios periodísticos que no ven con simpatía Ollanta Humala. No fueron los únicos que sintieron el impacto. Hubo un gran tumulto entre sus partidarios, las redes sociales y los mensajes por internet. Los mensajes de correos electrónicos denotaban desesperación. Hubo acusaciones y las agresiones no cesaban. Era un fuego cruzado: toledistas en contra de humalistas en principio y en menor medida en contra de PPK; los de PPK en contra de toledistas y humalistas. Los humalistas en contra de ellos. Sin embargo, había una coincidencia tácita: no criticaban a Castañeda. A estas alturas es casi una constatación fáctica (por las diversas encuestas) que Castañeda esta fuera de la contienda. Las críticas se volvieron algo así ‘todos contra Ollanta Humala’, dejando de mirar a Keiko Fujimori. Si bien la incluían, pero las criticas arreciaban en contra de Ollanta, “el lobo disfrazado de cordero”. Se volvió a recordar aquella frase lapidaria que Vargas Llosa dijera hace un tiempo: la elección entre el cáncer terminal o el sida. Hoy rechazada por ser no solo una frase con un claro tinte antidemocrático sino porque además descontextualiza la aparición de esos candidatos, a quienes buscan responsabilizar por lo que vendrá en el futuro sin siquiera decir algo o deslizar alguna critica a los gobiernos del pasado inmediato –Toledo-Kuczynski y Alan García- que con su favoritismo a un sector de la sociedad llevaron a esos candidatos a la posición en la que se encuentran.

A pocos días para el 10 de abril, la configuración política en el Perú iba a cambiar después de esa fecha, y los candidatos liberales se quedarían fuera de la contienda. El espanto fue mayor en uno de los candidatos: Alejandro Toledo. El y sus partidarios hicieron un llamado “a la conciencia” a “los líderes de la democracia”: Kuczynski, Castañeda, y aún el Apra con el fin de reunirse para concertar y enfrentar “el salto al vacío y al autoritarismo” que significaría la elección del candidato “chavista” Ollanta. Horas más tarde, algo que no se había visto durante la campaña, Toledo –quien había criticado duramente al líder del Apra, Alan García, por su intromisión en las elecciones- se reunió en el local de la CTP, organización de los trabajadores apristas, y hace un llamado a todos los candidatos con la misma idea de reunirse y concertar entre las fuerzas democráticas para enfrentar a los candidatos Ollanta y Fujimori. En su desesperación por revertir su tendencia a la baja se reúne con religiosos evangélicos y señala: “Hoy tenemos la obligación de preservar los valores democráticos, no estamos para experimentos, pero tampoco queremos regresar al pasado de los 90 con la corrupción, con la delincuencia, con la violación de derechos humanos". Pero él no fue el único que propicia el llamamiento a tres candidatos de “probada orientación democrática” días antes (5 de abril) los partidarios de Vargas Llosa, la derecha liberal, también buscaban que dos candidatos renuncien a su postulación con el fin de apoyar a Toledo. Evidentemente había una clara preocupación por la probabilidad que el siguiente gobierno no sea de tendencia liberal, de libre mercado en caso que saliera Ollanta como presidente. Todos los llamamientos, los intentos de unificar las candidaturas en torno a Toledo fracasaron. Sobre todo porque la lógica, según de PPK, “se debe dar el apoyo al candidato que esta de subida y no de bajada” en clara alusión a Toledo, que efectivamente su tendencia, según las encuestas no son nada halagüeños. Además dijo que el llamamiento de Toledo es “un truco” porque al darse cuenta va cayendo en las encuestas quiere alarmar a la ciudadanía y pretender convertirse en el salvador y obligar que los otros renuncien a su candidatura a favor de él. No se llegó a ningún acuerdo.

Lo que más me ha llamado la atención en el caso de Toledo, es su afirmación acerca de la democracia: “Diez años después volvemos a pensar en la defensa por la democracia”. “no se trata de elegir a un presidente sino que está en juego la democracia”, inmediatamente después afirma que el está dispuesto a ponerse la vincha y levantarse para defender la democracia. Evidentemente en medio de su desesperación no atina a darse cuenta que sus palabras encierran, según mi criterio, dos misiles en contra de las posiciones que él defiende: uno, una velada crítica en contra de los gobiernos el suyo y el de García; dos, una actitud antidemocrática el afirmar ponerse la vincha para marchar en contra de un candidato que él no está de acuerdo y a quien considera autoritario.

Acerca de la primera afirmación: los candidatos, que Toledo no quiere que salgan elegidos, no han surgido de por sí, sino que ellos son producto del descontento de los gobiernos democráticos que él y García han presidido. La gente siente que ellos no han gobernado para las mayorías de peruanos. La política del “chorreo” económico no llegó a los más pobres, sí, en cambio, a los sectores acomodados y del capital. Entonces, esto nos da una idea del por qué el candidato Humala tiene aceptación de un gran sector popular del país. Caso similar es el de Keiko Fujimori. Obviamente eso no nos dice nada de lo que vayan a hacer si algunos de ellos llegan al gobierno. La segunda idea a partir de su afirmación de ponerse la vincha. Esa es una vocación antidemocrática. La lectura es la siguiente: como Toledo no es elegido para pasar a la segunda vuelta, y no le gusta el candidato que sí pasaría. Él saldrá a las calles a enfrentársele. Eso de por sí es una actitud antidemocrática porque no respeta la voluntad popular y la votación de las mayorías. Por lo demás, actualmente vivimos un contexto distinto, de hace una década atrás, no salimos de un gobierno dictador y estamos mucho más alerta que años anteriores.

Las movidas políticas de los grupos liberales de derecha en contra del avance de Ollanta Humala han sido fallidas por su miopía política y ambición de grupo de poder, más que por los propios méritos de Ollanta. Ellos no atinaron o no quisieron ver las causas que conllevan el avance de esas candidaturas. Ellos tampoco comprenden por qué los sectores empobrecidos del país deciden su voto por candidatos que “no están a favor del modelo, del sistema”. Suponen que su decisión popular se debe a un buen diseño mediático, marketero del candidato. Por el contrario, lejos de entender la votación de las mayorías por posiciones no liberales se les tildó de “elactarados”, “ignorantes”. PPK dijo de los peruanos andinos que protestaban: “esto de cambiar las reglas, los contratos, nacionalizar, es una idea de una parte de los andes, lugares donde la altura impide que el oxigeno llegue al cerebro, eso es fatal y funesto…” (CADE, 2006, Arequipa, Perú), todo por no compartir su posición y puntos de vista. Por tanto, su forma de proceder no es solo por su posición ideológica, sino también por una clara vocación autoritaria, antidemocrática e intolerante. De ahí su incomprensión a las diferencias y los reclamos de los pobladores. En el caso de Bagua Alan García llamó a los peruanos amazónicos “ciudadanos de segunda” porque no estaban de acuerdo con la concesión que hacia las tierras amazónicas. Ahora, en plenas elecciones esos pobladores, la mayoría de pobres del país deciden su voto por Ollanta y por Keiko Fujimori. En las elecciones pasadas del 2006, después del gobierno de Toledo, Ollanta obtuvo 30,6% de votación en la primera vuelta. A fines del gobierno de García, después de un exitoso crecimiento macroeconómico del 8, 9%, en las elecciones del 2011, Ollanta obtiene un 31,9 % de preferencias según las encuestas divulgadas por Reuters (9 de abril, 2011). Nadie entiende entonces, como dos gobiernos liberales que siguen el modelo del libre mercado con un buen performance macroeconómico, la población tienda por un candidato que a juzgar por ellos es “un salto al vacío”. Aquí cabría preguntar: ¿salto al vacío de quien? ¿Acaso muchos peruanos pobres no se encuentran en el vacío, y otros tantos tienen la sensación de vivir en esa condición? Entonces, algo anda mal en el modelo. No es posible que aquel “milagro” económico induzca a los más pobres a votar por candidatos que, según ellos, son partidarios del anti-modelo.

Por tanto, ambos candidatos, muy al margen de cualquier simpatía o antipatía que pudiera existir por cada uno de ellos, surgen y resurgen a consecuencia del descontento de los peruanos por los gobiernos que han hecho poco o nada por ellos. Toledo golpeado por las encuestas reconoció: “Ollanta ha capitalizado el descontento de la gente”. Entonces, habría que indagar las razones de ese descontento. Lo democrático, y ético es reconocer los errores propios y aceptar la decisión mayoritaria de la población, cualquiera sea el resultado del 10 abril.

Lima, 9 de abril, 2011

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