Elecciones presidenciales 2011 Post debate electoral

Perú. Elecciones presidenciales 2011
Post debate electoral

Arturo Quispe Lázaro

Una de las interrogantes centrales después del "debate" presidencial es ¿Quien ganó el debate? Obviamente con fines de realzar el candidato "ganador" y sentenciar al perdedor. Pero la respuesta, para determinar o cambiar el voto de las personas, ha servido poco o nada. Este debate ha sido, por el contrario, una gran decepción por tres razones. Primero porque no ha sido un debate, sino ha sido una exposición de ideas, donde el formato del debate favoreció a los candidatos que tuvieron poca capacidad de oratoria y limitó al que se mostró más experimentado como Toledo. Mi impresión es que el debate recién se inició en el último bloque, donde los expositores se liberaron de algunos acartonamientos y mostraron ciertas habilidades de enfrentar algunos temas y confrontar a sus contrincantes. Segundo, porque había una gran expectativa de los electores de que el debate les contribuya a tomar finalmente una decisión de por quién votar. Tercero, se pensó que este debate iba a ser más intenso y "encarnizado" sobre todo para los que están perdiendo o para los que tienen una tendencia a la baja. Por todos estos puntos esta confrontación de candidatos fue una decepción. Sí, hay que decir, que el tercer punto, algo hubo, pero no significativamente para "dirigir" el cambio de votar a su favor.

Entonces, la primera pregunta ¿quién ganó el "debate"?, y segunda pregunta ¿servirá para convencer el cambio de voto hacia el ganador? Esto último, según mi impresión, está en función de la primera respuesta. Entonces, quien ganó el "debate" fue Toledo. Pero no fue una victoria contundente. Ese fue el problema para Toledo. Debió serlo, pero no fue. La contundencia hace que la gente focalice su atención y tenga al unísono la percepción de que ese candidato ha ganado. Algo que no dio, ni se sintió. Por ello, el debate no cumplió los objetivos de algunos de los candidatos. Por tanto, el "ganador" Toledo debió ganar por lo menos por dos puntos o más si quería imponerse, ( 2 a 0, 3 a 0, 2 a 1), para revertir su tendencia a la baja, pero no, ganó por centésimas de puntos. O sea, nada. Ese fue su error. No porque no haya mínimamente descollado sino porque no ha sido contundente. Y esta confrontación para efectos del cambio del voto no contribuyó para nada o casi nada. Y en este sentido el gran perdedor ha sido Toledo. Más bien lo que ha servido este debate es para consolidar su voto por el candidato que ya ha definido antes de este "debate".

El otro "ganador", contrariamente a sus opositores, es Ollanta. La razón es simple. Este "debate" no logró derrotarlo, no lo derribaron, no lo "apanaron". Eran cuatro contra uno. Todos tenían la expectativa derribar al puntero, y como ya se veía antes del debate, eran todos en contra de Ollanta por ser considerado de inconsistente, ser “chavista”, “dictador” y de querer “perpetuarse en el poder” maquillando su programa; el debate serviría también para demostrar las inconsistencias de esos planteamientos. El tercer punto señalado arriba, lo de "encarnizado" debió ser para "destruir" al contrincante, al adversario. Sobre todo de aquellos que iban perdiendo. Pero no se dio el caso. Ollanta evitó la confrontación. Quien con una estrategia de no responder no atizó la puntería de sus adversarios y por tanto apagó cualquier futuro incendio en su contra. Toledo fue el más incisivo en sus alusiones a Ollanta, levemente fueron Castañeda y Kuczynski. Ollanta se fue por la tangente y o no respondió o los minimizó. Evidentemente, esto último es sumamente opinable, pero para los objetivos de Ollanta, no "pisó el palito", y no le hicieron perder los papeles, ni contradecirse, algo que sus opositores sí esperaban. Su no respuesta puede ser leído de muchas maneras: una de ellas es falta de respeto a sus contrincantes y a los electores; la otra es que ha sido una buena estrategia para evitar “pisar el palito” y no caer en provocaciones que pueden llevarle a tener una respuesta poco afortunada para sus objetivos. Pero en cualquier caso, no se le vio desarticulado ni destemplado, algo que sus opositores y la prensa, que suele alinearse a la derecha en los momentos finales, hubieran capitalizado. Por tal razón, mi impresión es que según este objetivo, el gran ganador fue Ollanta. Eso no indica que en la segunda vuelta le sirva para ganar las elecciones presidenciales. Esa es otra historia.

El gran perdedor fue sin duda Castañeda. Se le notó perdido en casi todo el debate. Desde que se le traspapeló sus documentos de las preguntas, del "ya hablé", y temeroso al enfrentar el debate. Salvo en el último bloque donde sí tuvo solvencia, como cuando monologaba en la alcaldía de Lima. Pero eso, y algunas otras pinceladas a su favor, no le sirvieron de nada. Fue quien desaprovechó la gran oportunidad para revertir su ya casi, ahora sí, exclusión de estas elecciones. Lo que sí logró fue dar una mezcla de sentimientos encontrados debido a la impresión que dio el no estar bien preparado para el debate. Pero esta sensación, tampoco fue nueva. Esta percepción viene desde hace algunos meses. Por tanto, lo único que sirvió el debate para él y para sus electores, fue que Castañeda se desinfló, fue "el último pasajero", y se confirmó que fue un "bluff" en estas elecciones.

Keiko Fujimori tuvo buena solvencia y una limpia exposición. Pero lamentablemente fue otra de las candidatas que puede decirse que perdió porque su intención de agredir a Toledo fue un búmeran y salió mal parada. Toledo al espetarle su “padre” “papito” a Keiko recordó el gobierno corrupto de su padre. El golpe fue evidente. Algo que justamente no cayó Ollanta y evitó hacerlo. A él le pudo haber pasado algo parecido si en algún momento atacaba con virulencia e intentaba responder a las puyas de sus contrincantes. A pesar de ello, Keiko fue solvente e hizo su tarea de prepararse para el debate. Lamentablemente para sus intereses no le fue bien.

Pedro Pablo Kuczynski muy lento, por momentos distraído, y deslucido. Mandó puyas a Ollanta que tampoco le resultó efecto. Se entrampó en un contrapunto con Toledo, que capitalizó un desahuciado Castañeda, y los dejó, en sus pocos momentos de solvencia, mal parados a ambos. A la postre, tampoco descolló ni marcó la diferencia para inducir a los electores para votar por él. Fue también, en este sentido, el que perdió la oportunidad junto con Castañeda y Toledo de capitalizar los yerros de los dos candidatos con fuertes posibilidades de pasar a la segunda vuelta.

En suma, el debate fue una decepción y no sirvió para determinar quien fue el gran ganador del mismo, lo cual hubiese permitido un trasvase de votos hacia el vencedor. Al no haber existido ganador, las tendencias alcanzadas hasta este momento o no se moverán, o lo harán levemente y no habrá una movilidad significativa de votos hacia un inexistente ganador. Por tanto, se reafirmarán los votos de los candidatos que van primeros y segundos en las encuestas, y los votos que sí se moverán, será del candidato perdedor, que es Castañeda. Por lo expuesto, el segundo puesto se disputará entre Keiko Fujimori, y Alejandro Toledo. El gran perdedor fue Castañeda. Kuczynski su apatía y su falta de oratoria no le permitieron sobresalir, y no le alcanzará sus huestes que se han movilizado en las redes sociales.

Lima, 4 de abril, 2011

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