Apuntes sobre la migración política peruana en Chile
Apuntes sobre la migración política peruana en Chile
Apuntes sobre la migración política peruana en Chile. El surgimiento de la “Lima chica” en Santiago de Chile
Apuntes sobre la migración política peruana en Chile. El surgimiento de la “Lima chica” en Santiago de Chile
Por Juan Carlos Luque Brazan
El presente artículo trata sobre el desarrollo un enclave territorial étnico levantado por un sector de inmigrantes peruanos en Santiago y sus implicancias para el surgimiento de una noción de ciudadanía transnacional, en donde se enfatiza en la capacidad de algunas de sus organizaciones para influir políticamente en el ámbito local en la sociedad receptora (en Santiago de Chile), y transnacionalmente (en las localidades de origen de los inmigrantes en el Perú), y los factores que permiten explicar su surgimiento: Las diferencias culturales entre los nuevos inmigrantes peruanos y los nativos chilenos, la discriminación cultural, social y económica que sufrieron los inmigrantes peruanos (que actuó como un mecanismo de presión que los aglutinó), la situación de despoblamiento previa del espacio urbano que los peruanos ocuparon en Santiago, y la existencia de un liderazgo económico y político entre los inmigrantes peruanos que hizo las veces de mediadores de las demandas políticas de los inmigrantes ante las organizaciones de la sociedad civil chilena, funcionarios de dicho estado y los funcionarios peruanos en Chile.
A continuación expongo los principales elementos teóricos que dan sustento a este trabajo para luego mostrar los datos empíricos relevantes al caso peruano en Santiago de Chile, finalmente presento mis conclusiones.
Transnacionalismo, transnacionalidad, globalización y glocalización.
Una de las hipótesis centrales más difundidas sobre los estudios de migración y transnacionalismo político, sostiene que cuando las redes sociales de los inmigrantes alcanzan cierta densidad en la sociedad receptora, estas se cristalizan en enclaves territoriales, creándose un espacio en donde los inmigrantes despliegan sus capacidades políticas, culturales, sociales y económicas, con la finalidad de tener una mayor inclusión y autonomía en la sociedad receptora, Faist (1998) y Portes, (1986 y 2004).La noción de transnacionalismo designa una área de investigación acotada y delimitada por: “ocupaciones y actividades que requieren de contactos sociales habituales y sostenidos a través de las fronteras nacionales para su ejecución” (Portes, 2004, 16).Un principio básico es la regularidad de estos movimientos es la intensidad de los intercambios y el surgimiento de nuevas formas de transacciones culturales, económicas sociales y políticas, surgiendo una multiplicidad de actividades que traspasan las fronteras nacionales y que requieren de un movimiento geográfico transnacional para su éxito (Guarnizo, Portes y Landolt 2004; 18 – 19).
Lo transnacional, en la globalización, sólo cobra sentido cuando sé glocaliza.
La globalización no es un fenómeno externo a las experiencias locales, es una expresión macrosocial que solo puede ser entendida a través de sus especificidades locales. Una vía analítica para recuperar su dimensión microsocial es a través del concepto de “glocalización”, el cual es un proceso originado de la globalización que a supuesto la reconstrucción y “en cierto sentido la producción de hogar, comunidad y localidad” (Robertson, 2003, 267), de los inmigrantes.
La expresión local de la globalización se da debido a que asume la simultaneidad y la interpenetración entre sus expresiones macrosociales y microsociales. Por eso es fundamental delimitar el concepto de globalización; “definida en su sentido más general como la comprensión del mundo (...) Pero implica también la invención de la localidad en el mismo sentido general que la idea de la invención de la tradición, así como su imaginación.” (Ibídem, 273).
Los inmigrantes transnacionales se mueven fácilmente entre diferentes culturas, frecuentemente mantienen casas en dos países, y siguen intereses económicos, políticos, y culturales que requieren una presencia simultánea en ambos estados. Sin embargo, ¿qué dio lugar a estas comunidades transnacionales?
Una posible explicación pasa sin duda alguna por la expansión de la globalización económica, el incremento exponencial de la migración internacional y el debilitamiento de los Estados-nacionales, además del abaratamiento y desarrollo de las comunicaciones electrónicas y los pasajes aéreos, sin embargo estos factores sólo explican una parte del fenómeno. Aquel que se ha dado desde arriba hacia abajo, por lo que se hace necesario conocer otra dinámica, aquella que va en dirección contraria y que nace desde los propios inmigrantes; sus redes sociales.
El crecimiento de las redes sociopolíticas, culturales (parentesco) y económicos, basados en la identificación familiar, étnica, regional, política, nacional y de género, a través de las fronteras permite a los trabajadores inmigrantes tener alguna protección frente al aislamiento cultural y su status legal inferior frente a los ciudadanos nativos, así como a no perder sus vínculos originarios (Portes, 2004; 4).Según Faist (1998; 12), los principales factores que permiten el despliegue del transnacionalismo político son: Fuertes lazos sociales y simbólicos establecidos durante un amplio período de tiempo por los trabajadores migratorios y refugiados con el país de origen y el país de inmigración. Estos lazos y recursos correspondientes no sólo son incluidos en los flujos de migración, sino que también van en el comercio y los medios de comunicación masivos. Las regulaciones jurídicas y los regímenes políticos estatales e internacionales, permiten grados y variantes en el movimiento de personas y tolerar o reprimir actividades políticas de los inmigrantes y refugiados en los países receptores.
Las condiciones específicas que favorecerían el surgimiento del transnacionalismo político son: Los conflictos políticos del país de origen a veces suelen ser exportados a los países de inmigración, el desarrollo de serios obstáculos a la integración socio-económica y cultural de los inmigrantes en los países receptores, o el rechazo de los mismos inmigrantes a los procesos de integración ofrecidos por dichos estados. Por último, si los países de inmigración son democracias liberales que no asimilan a los inmigrantes por la fuerza, las minorías inmigrantes tienen mayores oportunidades mayores para desarrollar lazos políticos y culturales con sus países de origen (Kymlicka, 2003).
Transnacionalidad y ciudadanía
La ciudadanía analíticamente puede verse como una institución, es decir, reglas, procedimientos y normas que establecen, quienes son los ciudadanos y cuáles son sus derechos y deberes políticos, sociales y civiles.
Sucintamente la ciudadanía es la relación que se establece entre el individuo y el Estado-nación y que se codifica a través del derecho y tiene tres dimensiones: Procedimental, identitaria y simbólica.Lo procedimental se refiere al conjunto de derechos, obligaciones y requisitos que tiene que cumplir un individuo(a), para ser incluido como ciudadano, los cuales se encuentran cristalizados en la Constitución.
La dimensión identitaria implica entender a la ciudadanía como una forma de identidad política que homologa individuos diferentes pero iguales en tanto, es ciudadana dentro de una comunidad política y que los diferencia de los ciudadanos de otra comunidad política, la identidad en este sentido siempre es con relación a un ‘otro’.
La dimensión simbólica se refiere a las narrativas que legitiman los criterios procedimentales e identitarios de inclusión y exclusión que se generan en la nación, la cultura política y el espacio público.
Las investigaciones relacionadas con los temas de ciudadanía y transnacionalismo político, hechas sobre países no desarrollados, Calderón (2003), Landolf (2003) y Halpern (2003), han privilegiado los siguientes temas: la extensión de los derechos políticos de los inmigrantes tratándolo ya sea por su ausencia o presencia; la influencia política del Estado-nación de origen en la articulación de las demandas políticas de los inmigrantes, el impacto de los regímenes autoritarios en el desarrollo de comunidades transnacionales y la discriminación en las sociedades receptoras hacia los inmigrantes como un factor que incide en la formación de enclaves territoriales y organizaciones políticas entre los inmigrantes.
En los países desarrollados, los estudios se han centrado básicamente en las organizaciones y movimientos sociales de los inmigrantes y sus demandas de legalización e inclusión en los derechos políticos, sociales y económicos y el respeto de los DDHH, y la influencia de comunidades de inmigrantes, como los cubanos en Florida, en la política doméstica estadounidense (Gálvez, 2004), y (Bobes, 2003). Todos estos antecedentes nos serán de utilidad para explicar el caso peruano en Santiago de Chile.
La novedad de la democracia en el Chile de los NoventaEl 11 de septiembre de 1973, un golpe militar terminó con el Gobierno Constitucional de Salvador Allende. Los graves conflictos derivados del enfrentamiento entre los sectores conservadores y el experimento de la “Revolución Socialista en Democracia”, de la Unidad Popular (UP), fueron resueltos con un golpe de estado que instalo en el poder a una dictadura militar que gobernó a Chile por 17 años (1973 – 1990).
Durante dicho período, un tema fundamental en los esfuerzos por la democratización en Chile fueron los derechos humanos. La recuperación de los espacios públicos a fines del período dictatorial fue encabezada por las organizaciones de derechos humanos y de la Iglesia Católica, frases como: “Ni perdón ni olvido” o “Para que nunca más en Chile”, se convirtieron en parte del paisaje urbano de las principales ciudades chilenas.
Las reiteradas denuncias en los foros internacionales y la acción de organizaciones como Amnistía Internacional sensibilizaron a la opinión pública chilena e internacional hasta que el discurso de los derechos humanos se convirtió en un tema sustantivo de la transición política, a la vez que terminó siendo un asunto que quedó pendiente, debido a que el régimen anterior impuso una Constitución Política, que permitió la impunidad de los actores de la violencia política y por lo cual sus efectos continuaron dividiendo a la sociedad chilena (Garretón, 1999, 63).
En 1990, la transición política chilena abrió las puertas de una sociedad que durante 17 años había vivido de espaldas a las libertades civiles, políticas y culturales. La transición democrática [1] permitió una apertura social y política, una de cuyas consecuencias fue la eliminación de las barreras que impedían a muchos peruanos ingresar libremente al territorio chileno.
Fue a este contexto transicional al que arribaron los primeros refugiados políticos peruanos inicios de 1990[2]. Según el Instituto Católico de Migraciones (INCAMI), en 1999, residían en Chile un total de 205 refugiados de esa nacionalidad (Avendaño, 1999, 12 y 13). La recepción que tuvieron una parte de los refugiados peruanos en Chile fue de aceptación, solidaridad y apoyo por organizaciones de DDHH y ciudadanos chilenos. El hecho de compartir el problema de la impunidad ante las violaciones a los derechos humanos y la novedad de la transición democrática chilena, son factores importantes para explicar cómo se generaron afinidades y solidaridades entre un sector de refugiados peruanos y organizaciones de ciudadanos chilenos dedicados de la defensa y promoción de los DDHH (Luque, 2002). La novedad de la democracia en Chile permitió el despliegue social y político de los refugiados peruanos.
El caso peruano en Santiago de Chile
Al finalizar la década de los ochenta, el Perú vivía la crisis terminal de un régimen democrático asediado por el terrorismo, la violencia política, la hiperinflación de su economía y la parálisis de sus instituciones políticas.Un modelo de concebir la relación entre el Estado y la sociedad, basado en la preeminencia del Estado como eje articulador de las actividades económicas, sociales, culturales y políticas llegaba a su fin. El golpe de Estado de 1992, del entonces presidente Alberto Fujimori, acabó con el débil régimen democrático peruano, dando paso a una dictadura, que violó sistemáticamente los derechos humanos de miles de ciudadanos peruanos, obligando a muchos de ellos a buscar refugio en un tercer país. En ese escenario, se inició un sostenido proceso migratorio de peruanos hacia Santiago de Chile.¿Existe un enclave territorial de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile?
En los primeros años de la década de los noventa, la Comuna de Santiago Centro, ubicada en la Región Metropolitana de Chile, enfrentaba un progresivo despoblamiento, muchos de sus habitantes habían optado por abandonarla y radicar en otras comunas emergentes como La Florida, Peñalolén y Ñuñoa, la contaminación ambiental, la pérdida de status de la Comuna y el surgimiento de una nueva concepción urbana que significo el fin de los viejos barrios del centro entre los Santiaguinos, fueron elementos que contribuyeron a este proceso, las calles adyacentes a la Plaza de Armas y hacia los límites con el río Mapocho albergaban cantinas, bares, casas de cita y de hospedaje en la cual se refugiaban generalmente los chilenos que venían del sur, además de estudiantes universitarios, un importante número de casas y edificios se encontraban abandonados y en un fuerte estado de deterioro, ante ello, la Municipalidad de Santiago – Centro[3], lanzó una campaña de redoblamiento, ofreciendo subsidios a los ciudadanos que decidían comprar sus residencias en la Comuna y a las empresas constructoras. Las rentas de vivienda tenían un bajo costo, asimismo con el Antiguo Terminal Norte (que dejo de funcionar en 1994), al cual llegaban los pasajeros por vía terrestre del norte de Chile y desde el Perú y Bolivia, el costo del pasaje entre Lima y Santiago, eran ochenta dólares de la época.Los inmigrantes peruanos que entrevisté y que llegaron entre 1991 y 1995, señalaron que los motivos de su viaje a Santiago fueron básicamente cuatro: En busca de trabajo, persecución política, aventura personal y para usar Santiago como vía de tránsito a un tercer país, de preferencia los Estados Unidos, España, Francia e Italia o Australia, pero por diversas razones se fueron quedando: Daniel, microempresario, originario del Callao, 38 años, dueño de un negocio de productos peruanos que llegó a Santiago de Chile en 1992, narra ese transcurso: “yo vine acá a Chile para tramitar mi visa para irme a Australia, y como no me resultó me vi en la necesidad de quedarme por lo menos un año acá en Chile, y a raíz de eso han pasado cosas que me han enganchando con Chile, ya sea por el tema monetario, laboral o el familiar, y de ese año ya llevo ya poco más de trece años en Chile.”
Entre los años 1990 y 1995, era inusual ver a inmigrantes peruanos de origen andino en las calles del centro de Santiago, no habían locales comerciales, restaurantes, ni oficinas de envió de remesas al Perú pertenecientes a inmigrantes de dicha nacionalidad, el único restaurante de comida peruana en el sector era propiedad de un ciudadano chileno[4], tampoco se daban concentraciones de ciudadanos de esa nacionalidad en las calles adyacentes a la Plaza de Armas, “En esos años era muy difícil ver un peruano en la calle, no como ahora que de repente en cualquier momento, en cualquier instante, encuentras grupos de peruanos, sobretodo aquí en el centro de Santiago, yo ahí vivía, en ese entonces, alquilaba en una residencial un cuarto, que me salía en diez mil pesos de la época, vivía solo, y estaba ubicado acá en San Pablo con Teatinos, y vivía solo. Y ahí fue propiamente mi primer lugar de hospedaje y de centro de operaciones”. Daniel, es uno de los pioneros, de la nueva migración peruana, caracterizada por estar integrada mayoritariamente por inmigrantes que arribaron a Chile después de 1990.
Las respuestas a la encuesta que realicé en Santiago de Chile, ante la pregunta: ¿En qué año llegaste a Santiago de Chile?, muestran la siguiente concentración:Gráfico 1. El siguiente mapa muestra el “territorio” [5], en donde existe una fuerte concentración pública de los inmigrantes peruanos.Fuente: Plano de Santiago. Servicio Nacional de Turismo de Chile (SERNATUR).En las cercanías de la Plaza de Armas se concentra la mayoría de negocios, propiedad de inmigrantes peruanos, el eje entre las calles Bandera, Catedral, San Pablo e Independencia, alberga a 99 comercios.
Hasta aquí, los datos expuestos muestran una tendencia, pero no son lo suficientemente concluyentes para establecer la existencia de un enclave territorial, en este sentido, fue importante conectarlos con otras dos fuentes de información con la finalidad de elaborar un argumento fuerte, para ello utilicé el trabajo de Jorge Martínez (2003), sobre el censo chileno del 2002, en donde hace un análisis comparado sobre los datos de los inmigrantes peruanos y argentinos en Chile y los datos cuantitativos que obtuve durante el trabajo de campo que realicé entre los meses de octubre del 2003 y enero del 2004. La conexión permite confirmar la existencia de un enclave territorial formado por migrantes peruanos en Santiago de Chile, espacio que incluso es reconocido hoy en día por los inmigrantes y ciudadanos chilenos como la “Lima chica”.
El Censo Nacional de Chile del año 2002, permitió conocer datos concretos sobre el fenómeno peruano, de los 184,464 extranjeros que residen en Chile, 37,860[6], son de origen peruano, representando la segunda mayoría, después de los argentinos. El 73.26% de los inmigrantes peruanos (27,736), residen en la Provincia de Santiago y el 26.3% (9,958), se concentra en cuatro comunas del centro de dicha provincia, a diferencia de otras poblaciones de extranjeros, como los argentinos, quienes cuentan con el mayor número de residentes en Chile, pero viven distribuidos proporcionalmente a lo largo del territorio chileno. La población peruana en Chile, tiene un alto porcentaje de escolaridad (74.1%), un mayoritario componente femenino 60.24% (22,807), y el 80% de las mujeres peruanas trabajan como empleadas domésticas. Durante el análisis que hace Martínez (2003, 45), de los datos censales del 2002, presenta un cuadro donde los peruanos son ordenados de acuerdo a la comuna de residencia, género y el índice de masculinidad (IM).Los datos del cuadro 1, muestran que en cuatro comunas de la Región Metropolitana de Chile: Santiago, Recoleta, Independencia y Estación Central existe una concentración de población peruana en donde hay una paridad en la cantidad de hombres y mujeres, mientras que en las restantes se observa una mayoritaria presencia femenina, es importante destacar que la mayoritaria presencia femenina en dichas comunas (las más ricas de la región), obedece a que muchas de ellas trabajan en dichos lugares como empleadas domésticas, de las 15,441 peruanas residentes en Santiago de Chile según el censo del 2002 que laboraban en el área Metropolitana, el 71.5% (11043), lo hacía en dicha actividad. Si tomamos en cuenta que el empleo doméstico tiene dos variantes, puertas adentro y puertas afuera[7], en general muchas mujeres peruanas se emplean “puertas adentro”, porque significa un ahorro y por lo tanto un mayor envío de las remesas a sus parientes en el Perú, la mayoría de estas mujeres se agrupan y rentan habitaciones en el Centro de Santiago para pasar en ellos el fin de semana (Stefoni, 2002), hecho que cuestiona los datos recogidos durante el censo del 2002 y establece la posibilidad de reflexionar acerca del lugar de residencia durante el fin de semana como el más importante para ellas en términos identitarios y de autonomía.
El trasnacionalismo político entre las organizaciones de inmigrantes peruanos y su llegada a la “Lima chica”La migración forzosa y el exilio, son elementos que marcaran fuertes diferencias en el futuro entre los inmigrantes peruanos, Juan, 54 años, nacido en Chimbote, refugiado político desde 1993 nos relata: “Para mí fue muy duro. Yo llegué de un momento a otro, el 93, vine sólo y no tuve más orientación para empezar a trabajar, ni para buscarme la vida. Fui a una parroquia y ellos me recomendaron ir a la Comisión de derechos humanos, me dijeron que estas cosas habían pasado en Chile y que tenía que ir a esa comisión, y fui a la Comisión de Derechos Humanos de Chile y ellos me mandaron al ACNUR.” Si bien los esfuerzos de acogida a los refugiados peruanos por parte de las organizaciones de derechos humanos chilenas y el ACNUR fueron importantes en su inserción, ellos buscaron crear sus propios espacios, la condición de exiliados y la preocupación que tenían sobre la seguridad de sus seres queridos en el Perú y su posición política de abierta oposición al régimen de Fujimori, les daba una cierta cohesión y se organizan en asociaciones de refugiados políticos, en el año 1994 crean la primera asociación, “Los amigos de la vida”, bajo los auspicios del Instituto Católico de Migraciones (Incami), y la Parroquia italiana. Sin embargo, cuando las autoridades parroquiales se dan cuenta de su perfil político, apartan de dicha organización a los miembros fundadores (refugiados políticos), y la rebautizan con el nombre de: “Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima”, asimismo al establecer los religiosos a cargo de dichas instituciones, vínculos con el Embajador peruano en Santiago de Chile, pasaron a tener una importante influencia entre los inmigrantes peruanos.
En dicha parroquia se crearon las organizaciones religiosas de inmigrantes, con mayor presencia simbólica para los peruanos durante la década de los noventa: “La hermandad del Señor de los Milagros”, y una remozada “Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima, asimismo se convirtió en el centro de las celebraciones cívicas patrias de los peruanos, legitimada, desde entonces por la Embajada Peruana en Chile, y a través del Instituto Católico de Migraciones (Incami), pasó a administrar desde el año 1996, los programas del ACNUR para los refugiados políticos y con la creación de las “Jornadas Migratorias”, desde el año 1994, constituyó el principal foro sobre la problemática migratoria en Chile, en donde han participado, inmigrantes, refugiados, académicos, parlamentarios, funcionarios de alto rango del Estado Chileno, diplomáticos peruanos y autoridades religiosas de alto nivel, en tanto que la participación de las organizaciones de inmigrantes peruanas autónomas fueron paulatinamente excluidos de las mismas.[8]
El proceso de exclusión de los refugiados políticos peruanos es relatado por Jorge, refugiado, 52 años, originario de La Libertad, 54 años, exiliado desde 1992: “Cuando llegué aquí había una orfandad de organizaciones. Entonces vimos que era necesario hacer algo juntos y se propuso la formación de una comunidad cristiana y ahí en el Incami se gestó la comunidad cristiana “Amigos de la Vida” en el invierno del 93, nos juntamos y comenzamos a juntar más gente y funcionó, pero por malos entendidos con la parroquia Italiana no duró mucho y además que fue muy manipulada por el Instituto Católico de Migración, lamentablemente ellos, los curas querían tener todo el poder, mantener a la gente controlada y no dejar que la gente se organice, y actuaron para que se disolviera nuestra organización”.
Después de este conflicto la mayoría de los refugiados políticos buscaron espacios alternativos, muchos venían de la extrema izquierda peruana, fueron, por ejemplo, militantes o simpatizantes de las siguientes organizaciones: “Unidad Democrática Popular – Pueblo en Marcha (UDP)”, organización con vínculos con el MRTA, “Socorro Popular del Perú (SPP)”, organización de apoyo de Sendero Luminoso en el Perú, el “Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)”. Otros venían de organizaciones políticas como el “Partido Unificado Mariateguista (PUM)”, el “Partido Socialista Revolucionario (PSR)”, los cuales fueron parte de “Izquierda Unida”, el frente legal de izquierda con mayor presencia en el Perú durante la década de los ochenta, asimismo, habían militantes del APRA y algunos dirigentes vecinales [9].Por otra parte, muchos de los conflictos que dichas organizaciones tuvieron en el Perú, se trasladaron a Santiago, y a la hora de crear nuevas organizaciones, primó en muchos casos el hecho de haber pertenecido o simpatizado con una misma estructura en el Perú. A fines del año 1995 ya se habían formado otras organizaciones de refugiados políticos, como el “Comité de Refugiados Políticos Peruanos en Chile”, la “Casa Andina de Solidaridad”, la “Asociación de Inmigrantes por la Integración Latinoamericana y del Caribe (APILA)”, eran organizaciones en general pequeñas, pero con sólidos vínculos con organizaciones de derechos humanos de la sociedad civil chilena, como el “Comité de Derechos del Pueblo (CODEPU)”, “La Fundación Social de Ayuda Cristiana (FASIC)”, y la sección de “Amnistía Internacional en Chile”, entre otras, Jorge, explica este proceso: “Yo fui uno de los fundadores de una de las primeras organizaciones cristianas que se llamó: “Amigos de la vida”, después con el tiempo formamos el “Grupo de los Ocho”, integrado exclusivamente por refugiados, nos juntamos para ver qué podíamos hacer por nuestros casos en el Perú, así tocamos las puertas de las organizaciones de derechos humanos chilenas para sensibilizar y dar a conocer la existencia de refugiados peruanos viviendo en Chile. Después del grupo de los ocho se formó el Comité de Refugiados y Pro andes, las organizaciones que tienen más peso ahora”.
Todas estas organizaciones centraron su trabajo en la sociedad civil chilena y en establecer lazos con organizaciones de la izquierda chilena, como el Partido Comunista, lo que quedaba del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), de Chile y el Partido Humanista, con la finalidad de buscar su apoyo para difundir la situación política que el Perú vivía en aquellos años, un ejemplo de ello, es que en la “Fiesta de los Abrazos”, actividad que organiza el Partido Comunista de Chile en el Parque O´Higgins todas las primeras semanas de enero cada año, las organizaciones de refugiados peruanos entre 1994 al 2002, siempre contaron con establecimientos en donde difundían sus ideas políticas, la situación de los derechos humanos en el Perú, además, ofrecían comida típica peruana e incluso vendían artículos elaborados por los presos Políticos de su país.[10]
En 1996, algunas organizaciones como la “Casa Andina de Solidaridad”, y el “Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, emprendieron una serie de actividades para denunciar el carácter autoritario del régimen Fujimorista, convocaron a marchas y concentraciones frente a la Embajada peruana en Santiago y realizan actividades de difusión en sindicatos y universidades, sin embargo el secuestro de la Embajada del Japón en Lima, en el año 1996, llevado a cabo por miembros del “Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)”, fue el que dinamizó las actividades de la “Casa Andina de Solidaridad” y de otros refugiados políticos en Santiago de Chile, además contó con el apoyo de diversos actores estudiantiles y de la izquierda chilena.Durante los más de cuatro meses que duró la ocupación de la Embajada de Japón en Lima, se organizaron en Santiago de Chile por lo menos 12 actividades de apoyo a dicha acción, entre las que se cuentan, cinco marchas a la Embajada del Perú en Santiago, tres foros de discusión en la Universidad de Chile y dos en la Universidad Pedagógica de Chile, incluso, el 23 de abril de 1997, al día siguiente de la acción militar del Ejército Peruano que rescató a los rehenes de la Embajada del Japón en Lima, se concentraron frente a la Embajada del Perú en Santiago, alrededor de tres mil manifestantes, los cuales denunciaron el asesinato de miembros del MRTA, capturados por militares peruanos en dicha acción[11].“La Casa Andina de Solidaridad”, dejó de funcionar a los pocos meses y algunos de sus integrantes formaron una nueva agrupación que tomó el nombre del “Movimiento 22 de abril”, en memoria de la acción de la toma de la embajada. Esta nueva agrupación realizó algunas actividades hasta el año 2001, siendo la principal, el homenaje anual en las instalaciones de la Central Unitaria de los Trabajadores de Chile (CUT), a lo que ellos denominaban sus caídos en la acción de la Embajada del Japón en Lima [12].
Las acciones y eventos que estas dos organizaciones, junto con algunas promovidas por el “Comité de Refugiados en Santiago de Chile” [13], son una muestra del dinamismo y el apoyo político que tuvieron dichas organizaciones por parte de actores de la sociedad santiaguina, sin embargo, no contaban con el apoyo de los inmigrantes económicos, y para fines del 1998[14], pasan a buscarlo en la “Lima chica”.En 1998, las organizaciones de refugiados peruanos se interesan por las condiciones de vida de los inmigrantes económicos y los fuertes procesos de discriminación que estos enfrentan en el centro de Santiago de Chile, generando diversos programas de ayuda, por ejemplo, el “Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, instala un Consultorio Jurídico en la Plaza de Armas de Santiago, con la finalidad de asesorar legalmente a los inmigrantes que tenían problemas en ese ámbito, por otra parte, APILA, implementó una bolsa de trabajo y de asesoría legal, mientras que Pro andes, abrió una bolsa de trabajo y se conectó con otras organizaciones de la sociedad civil chilena para ofrecer asesoría legal y acceso a programas de salud para mujeres inmigrantes, en tanto que la Parroquia Italiana, abrió una bolsa de trabajo para mujeres, por otro lado, un Pastor evangélico peruano organizó un programa de asistencia para los inmigrantes peruanos indigentes en el Centro de Santiago debido a que: “La gente tenía problemas, gente que tenía sufría abusos, atropellos, necesidades, gente que dormía por la Plaza de Armas. Entonces nosotros acudimos a ellos y les ofrecimos asistencia en la calle, en los alrededores de la Plaza de Armas”. Además, el Incami estableció una bolsa de trabajo exclusivamente para empleadas domésticas.
Se desarrollo así, una fuerte competencia entre las organizaciones de refugiados peruanos y de aquellas con el Incami y la embajada peruana en Santiago. El “Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, y “Pro andes”, establecieron en las inmediaciones de la Plaza de Armas de Santiago, actividades como el reparto de regalos a los hijos de los inmigrantes en Navidad y celebraciones patrias paralelas a las organizadas por la Embajada Peruana y el Incami, en los años 1998, 1999 y el 2000.
La crisis del régimen Fujimorista a inicios del año 2000, permitió nuevamente el despliegue de actividades políticas transnacionales de algunas organizaciones de inmigrantes como “El Comité de Refugiados Peruanos en Chile”, “Pro andes” y “Apila”, actividades que incluyeron manifestaciones ante los locales diplomáticos del Perú en Chile, conferencias de prensa y Jornadas de Difusión sobre la situación peruana en Universidades y otros espacios públicos, siendo uno de ellos el de la Plaza de Armas, no era raro ver a activistas peruanos denunciando las irregularidades y la corrupción del Régimen Fujimorista. La crisis política en el Perú acaba con la huida de Fujimori al Japón y el nombramiento de un Presidente interino, Valentín Paniagua, el cual convocó a nuevas elecciones generales, en donde fue elegido Alejandro Toledo.
La transición política en el Perú ocasionó varios cambios, se abrieron nuevas organizaciones de inmigrantes peruanas, como la Asociación de Residentes Peruanos en Chile (APECH), constituida por inmigrantes económicos y algunos refugiados políticos, bajo el patrocinio del nuevo Cónsul peruano, quién creó en el año 2002 “El Foro de Organizaciones Peruanas en Chile”, participando en este la mayoría de las organizaciones de inmigrantes, pero, algunas de las organizaciones como “Apila”, propusieron que la elección de los representantes fuese mediante un proceso electoral que involucraría a los ciudadanos peruanos inscritos en los registros del Consulado. Humberto Campos[15], dirigente de “Apila”, refugiado, originario de Chimbote, exiliado en Chile desde 1993, sostuvo: “Recién con este gobierno se ha empezado a crear los Consejos de Consulta de los peruanos en el exterior, pero mas como apéndices de las delegaciones diplomáticas, con el interés de controlar a la colonia peruana, en vez de ayudar en resolver sus problemáticas; para ello limitan en lo posible, la capacidad de que los propios inmigrantes peruanos podamos participar democráticamente en la creación de los organismos administrativos que nos compete. Esto no es un regalo del gobierno actual, sino una demanda de los migrantes peruanos en el exterior, no fue una demanda estructurada, más bien desordenada; pero que este gobierno oportunistamente ha buscado aprovecharse de casi la décima parte del población peruana que se encuentra en el exterior (cerca de dos millones y medio de personas) y de las de remesas que llegan al Perú (1295 millones de dólares en el año 2003, según el BID); tanto políticamente como económicamente es un sector social importantísimo”. Sin embargo, “Pro andes” [16], sostuvo una posición contraria: “El Foro, como nosotros lo hemos entendido, es una inédita instancia de encuentro y coordinación, voluntaria, espontánea y horizontal, de representantes de asociaciones y clubes, convocada por el actual señor Cónsul. Como todos lo sabemos, tal coordinación es de suyo difícil, dada la heterogeneidad de la inmigración peruana actual en Chile.Fuertes diferencias de estrato socioeconómico, niveles educacionales, ideas políticas, religiosas, etc., etc. Incluso, a nivel personal, son de todos conocidas las polémicas, acusaciones y divisiones que han protagonizado varias de las asociaciones de inmigrantes peruanos y sus representantes. Agregase a ello el hecho contundente de que la suma de todos/as nuestros asociados no alcanza ni a una milésima parte de los cerca de 60.0000 compatriotas residentes en Chile, los cuales no han evidenciado ni la más mínima necesidad de ser representados por alguna asociación o Foro (el cual, dicho sea de paso, la gran mayoría desconoce siquiera su existencia). Por todo ello, la única “representación” real y posible de la comunidad inmigrante peruana en general –si es que hay alguna- es la del Consulado del Perú, puesto que ella emana del gobierno peruano”.
El debate entre ambas organizaciones denotaron distintas visiones de construcción de ciudadanía, mientras que APILA propone una participación activa de la “sociedad civil migrante peruana en Santiago de Chile”, PROANDES, en su discurso opera de manera contraria, es decir, una construcción de la ciudadanía desde el Estado a la sociedad civil. Este desencuentro de opiniones es clave para entender los procesos políticos de los peruanos organizados en Chile, además de darnos cuenta de la existencia de una esfera pública migrante, en donde dichos actores debaten discursivamente en la lógica habermasiana.
En el año 2002, “Pro andes” dejó de trabajar en el Centro de Santiago, privilegiando una articulación de mayor carácter institucional con el Instituto de la Mujer, la UNIFEM y el Consulado peruano, incluso algunos de sus dirigentes, que antaño resaltaban su condición de refugiados, pasaron a identificarse como “inmigrantes” (Huatay y Calquisto, 2003; 4).
Otra organización, el “Comité de refugiados peruanos en Chile”, si bien participó de este foro, privilegio un trabajo directo en la zona del centro de Santiago, conocida con la “Lima chica”, sus dirigentes son reconocidos entre los inmigrantes peruanos ya que resuelven sus problemas de legalidad y asumen su defensa ante los abusos de las autoridades chilenas, incluso organizaron a comienzos de este año una marcha por el centro de Santiago con la finalidad de solicitar una nueva amnistía para los inmigrantes sin papeles[17], además ya han generado otra nueva organización llamada "Sindicato Asamblea de Trabajadores Migrantes", dichas organizaciones son las de mayor presencia en la zona céntrica de Santiago y mantienen sólidos vínculos con otras organizaciones peruanas en Buenos Aires (Argentina), y La Paz (Bolivia).
Conclusiones
La reterritorilización del fenómeno peruano en Santiago de Chile es un ejemplo de cómo se da la lógica globalización/globalización donde la idea de comunidad “imaginaria”, propuesta por Anderson (1992), adquiere un sentido fuera del marco del Estado-nación. Asimismo se confirma la hipótesis expuesta por Faist en el sentido de que los conflictos políticos de las inmigrantes se trasladan con ellos y si estos tienen una fuerte intensidad, expresada en la presencia de refugiados y exiliados en el país receptor.
Es importante resaltar que el desarrollo del enclave territorial y de las actividades políticas de los refugiados peruanos en Santiago de Chile no fue coincidente en primer momento, durante los años 1991 a 1997, casi no existen documentos o artículos en la prensa chilena en donde aparezcan organizaciones de los refugiados respaldando o denunciando actitudes discriminatorias por parte de ciudadanos o funcionarios chilenos, las noticias básicamente hacen referencia a actividades políticas de los refugiados peruanos y en general son publicadas por medios de comunicación y prensa relacionada con organizaciones de la Izquierda Chilena[18].Pero, desde 1999, todas las organizaciones de refugiados se vuelcan a trabajar en la zona de Santiago Centro en donde se concentran los inmigrantes económicos, ¿Cuáles fueron las razones de este viraje?
Una primera conclusión es la necesidad de las organizaciones de refugiados peruanos por ganar una mayor legitimidad entre sus connacionales y el reconocimiento ante la sociedad civil chilena como interlocutores representativos de los inmigrantes peruanos; otro factor fue el acceso a recursos económicos, muchos de los dirigentes de las organizaciones cobran por las asesorías legales, laborales y de acceso a servicios sociales, orientaciones vitales para los nuevos inmigrantes que no cuentan con dicho conocimiento, por otra parte, está también el tema del prestigio y el reconocimiento, durante el trabajo de campo pude observar como los dirigentes usaban sus relaciones con el Cónsul, funcionarios chilenos y organizaciones de la sociedad civil para solucionar problemas concretos de los inmigrantes, y en muchos casos el esfuerzo del dirigente no tenía una compensación monetaria, pero sí se creaban relaciones de solidaridad y reconocimiento. Un elemento que resalta es la amnistía migratoria de 1998, con ella se forma un importante número de inmigrantes con la legalidad necesaria para luchar por sus derechos políticos en Chile.
En consecuencia, el surgimiento del enclave territorial étnico de los inmigrantes peruanos junto con la presencia previa de refugiados políticos peruanos que establecieron relaciones con organismos de la sociedad civil chilena y que adquirieron conocimientos relacionados con el funcionamiento de ciertas instituciones chilenas, fueron condiciones claves para el despliegue de sus actividades políticas trasnacionales, sin la conjunción de ambos factores, estas son marginales, asimismo, opera como un espacio simbólico al cual acuden los y las inmigrantes peruanos/as, en donde obtienen ayuda legal y solidaridad de sus redes de apoyo, y se reencuentran con su comunidad “imaginaria” de procedencia.
Por otra parte, las acciones políticas transnacionales de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile se encuentran delimitadas en dos sentidos: Socialmente se encuentran construidas dentro de las redes transnacionales que las personas forman y por las cuales transitan (desde abajo), y en segundo lugar, por las políticas y prácticas de los Estados-nación territorialmente establecidos (desde arriba). Estas lógicas de articulación social y política generaron un campo de conflicto cuando las organizaciones de refugiados peruanos compitieron entre ellas y con el Consulado peruano y el Incami por tener una mayor influencia y reconocimiento sobre la población peruana inmigrante.
Dr. José Carlos Luque Brazán
Profesor e Investigador de la Universidad Autónoma de México
Bibliografía
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La democracia aborda estos problemas a través de determinados principios y mecanismos: la vigencia de los derechos humanos, las libertades públicas, el estado de derecho, la soberanía popular y la elección de los gobernantes por los ciudadanos por medio de elecciones libres y el voto secreto universal, el principio de alternancia en el poder y el respeto de las mayorías y minorías, el pluralismo político, la representación y la participación en los asuntos públicos.[2]Las razones de la elección de ese país como lugar de acogida fueron: i) El retorno a la democracia en Chile, ii) La existencia de una Oficina del ACNUR en Santiago, iii) Las conexiones existentes entre las organizaciones de derechos humanos chilenas y peruanas.[3] Dicha campaña fue promovida por el entonces Alcalde de Santiago de Chile, Jaime Ravinet.[4] Me refiero al “Club Peruano”, que se encontraba en la segunda cuadra de la calle San Isidro.[5] Entiendo por territorio el especio apropiado y valorizado por un grupo social para asegurar su reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales, asimismo la cultura, entendida como pautas de significados, constituye una dimensión fundamental del territorio, porque la apropiación del espacio no tiene sólo un carácter instrumental sino también simbólico. (Jiménez, 2001; 5).[6] Según los datos presentados por Teófilo Altamirano, la cantidad de inmigrantes de esa nacionalidad residentes en Chile al terminar el año 1990 era de 29,350, mientras que los datos consignados por Araujo, Legua y Ossandón (2002), eran de 10,337 residentes peruanos en el año 1992. La cifra del Censo Nacional de Chile del año 2002, de 37,860, no recoge a la totalidad de la población peruana en dicho país, debido a que no contempla el hecho de que muchos inmigrantes peruanos viven hacinados en viviendas y cuartos, y en muchos casos, los que se encuentran en situación irregular buscan no ser visibles para el Estado Chileno, escudándose en los inmigrantes documentados para las actividades que requieren algún tipo de vínculos con funcionarios del Estado chileno.[7] Generalmente el trabajo “puertas adentro”, en el trabajo doméstico significa que la mujer que desempeña esta labora se encuentra atada a su puesto de trabajo desde la mañana del lunes hasta el sábado por la mañana, mientras que la versión “puertas afuera”, supone una relación contractual de ocho horas diarias de lunes a viernes.[8] El Instituto Católico de Migraciones, publica bimensualmente, desde mediados de la década del Ochenta, una revista, con el nombre de “Migrantes”, una lectura somera de los contenidos de los números 50 al 63, que cubren el período 1994-2003, da una excelente orientación de este proceso.[9]Es importante destacar que muchos de los refugiados políticos que llegaron a Chile, en aquellos años, no lo hicieron amenazados por el Estado, sino por militantes de Sendero Luminoso, organización de ideología maoísta que fue creada en la década de los sesenta por un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad San Cristóbal de Huanta, en la provincia de Ayacucho, ubicada en la sierra central del Perú, una de las zonas mas pobres y marginales de dicho estado, en los inicios de la década de los ochenta, le declaró la guerra al Estado Peruano, iniciándose así un conflicto armado que desangro al país hasta su derrota en el año 1994. Militantes de Sendero Luminoso asesinaron a cientos de dirigentes de la Izquierda legal peruana (IU), a través de asesinatos selectivos, cometieron asesinatos colectivos en varias comunidades campesinas que no se quisieron plegar a su llamada “Guerra Popular”, una mayor información sobre esta organización, se puede ver en la página web del informe de la “Comisión de la Verdad en el Perú”.[10] Una descripción de estas actividades se puede encontrar en el semanario “el Siglo”, medio impreso publicado por el Partido Comunista de Chile, en sus números correspondientes al mes de enero de cada año. http://www.elsiglo.cl/[11] El Mercurio, 24 de abril de 1997. http://www.emol.cl/.[12] Incluso uno de estos homenajes fue filmado y trasmitido por un Canal de Televisión Peruana, Frecuencia Latina, en el mes de Abril de 1999.[13] Dicha organización, llevó a cabo un homenaje público a los presos políticos de Sendero Luminoso que fueron asesinados en el mes de Junio del año 1986, cuando se tomaron los Penales de Alta Seguridad de Canto Grande, el Frontón y Santa Bárbara.[14] Osorio, Víctor, “Homenaje a presos de Sendero Luminoso en Santiago de Chile”, en: El Metropolitano, pp. 8. 21 de Junio de 1999. Santiago de Chile.[15] Campos; Humberto, “Sobre el FORO y Consejos de Consulta de Peruanos”; Carta dirigida a la Comunidad peruana en Santiago de Chile, 26 de mayo del 2004, Chile.[16]Proandes, “Sobre la propuesta de “Legalizar” el Foro de Asociaciones y Clubes Peruanos en Chile”. Carta de Proandes al foro peruano, 13 de Mayo del 2001, Santiago de Chile.[17] Cientos de peruanos y otros grupos de residentes extranjeros marcharon por las calles de Santiago en protesta por los atropellos a los derechos de los inmigrantes y refugiados. El presidente del Comité de Refugiados Peruanos, Raúl, Paiba, señaló que la marcha de este domingo fue para reclamar por una amnistía migratoria general. El reclamo peruano de una amnistía general migratoria se mezcló con las demandas para acabar con la discriminación laboral que les afecta. La presidenta del "Sindicato Asamblea de Trabajadores Migrantes", Roberta Ropón Maza, afirmó que su agrupación ha solicitando de forma gradual cosas al gobierno del presidente Ricardo Lagos y agradeció el apoyo de organizaciones chilenas que se sumaron a la marcha. http://www.elcomercioperu.com.pe/OnLine/Html/2004-04-18/onlMundo0127447.html[18] Básicamente son dos “EL Siglo” y “Punto Final”. http://www.elsiglo.cl/ y http://www.puntofinal.cl/Publicado por DIMENSIÓN POLÍTICA DE LA MIGRACIÓN en 17:37
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