La migracion tiene cara de mujer

La migración tiene cara de mujer

 

Por Belén Rosales | Desde Buenos Aires

 Discriminación, ese es el común denominador. Las mujeres y los niños en el ojo del huracán. Migrantes de Perú, Bolivia y Ucrania en Argentina explican el por qué de sus luchas.

 

Hace pocas semanas, en Buenos Aires, estalló una ignominia que muchos conocían y callaban. El incendio de un taller textil clandestino en la capital argentina provocó que los medios de comunicación informaran sobre la existencia aquí de miles de trabajadores bolivianos sometidos a esclavitud. Trabajan en los pequeños establecimientos ilegales que proveen de prendas a las marcas para ricos y famosos. Otros labran la tierra en la afueras de la capital y sufren idénticos mecanismos de explotación. Pero los migrantes, sobre todo ELLAS, se organizan y luchan. Lo que sigue es testimonio de esas luchas, tanto en Argentina como en toda la región y en Estados Unidos.

 

Peruanas Inmigrantes en Argentina una experiencia Colectiva.

 

Natividad Obeso llegó hace trece años del Perú, escapando de la violencia desatada por la guerra sucia que se inició en 1980. Como resultado de la represión quedaron casi 70 mil hombres y mujeres asesinados o desaparecidos. Muchos peruanos, miles como ella, salieron del país y se instalaron como refugiados políticos en otras ciudades o países.

 

Desde los primeros años en Argentina, Natividad trabajó incansablemente en la organización de sus compatriotas. De a poco se ganó el lugar de pionera de los movimientos de mujeres migrantes de Brasil, Colombia, Cuba, Venezuela, Paraguay, Ecuador, Bolivia y Ucrania. Hoy, convertida en presidenta de AMUMRA (Asociación Civil de Derechos Humanos Mujeres Unidas Migrantes y Refugiadas) y coordinadora de MIREDES Argentina (Migrantes Refugiadas/os Desplazadas/os), asegura que añora su tierra pero ama mucho a este país.

 

En la sala de su casa, Natividad tiene una inmensa fotografía con la cara de un niño, una mesa grande y largos sillones. Allí están sentadas otras tres mujeres miembros de la organización. En la computadora, uno de los cuatro hijos de Natividad acaricia el teclado, frente a las mujeres hay un aparador de madera colmado de papeles y cajas dispersas por el suelo. Son señales de que en ese lugar se trabaja, es que la casa de Natividad muchas veces es lugar de encuentro de mujeres migrantes.

 

Estrechando Lazos de Solidaridad

 

Natividad presenta a sus compañeras: Nelly Serrudo, de la comunidad boliviana de Escobar (provincia de Buenos Aires), quien hace pocos días estuvo con el presidente Evo Morales. Lesia Paliuk, una mujer alta, con ojos transparentes y pelo muy rubio; es Ucraniana, tiene una voz suave y pronuncia despacio las palabras de un castellano que aún no domina a la perfección. “Uno de los compromisos incluidos en el acuerdo que Argentina firmó con mi país en 1994 era que se nos enseñaría el castellano, pero eso no fue así”, dirá mas adelante. Llegó al país motivada por este acuerdo y escapando de las consecuencias de la catástrofe de Chernobyl, el accidente más grave de toda la historia nuclear, ocurrido el 26 de abril de 1986.

 

Estas mujeres, esposas, madres, trabajadoras y activistas de Derechos Humanos, coinciden al sostener “Somos migrantes, orgullosas de nuestra propia identidad nacional y ansiosas de poder integrarnos a la sociedad argentina, para enriquecernos y enriquecerla con la fusión de culturas. Provenimos desde diversos países y continentes, con distintos niveles socioeconómicos, pero tenemos en común que somos mujeres que luchamos para salir adelante, a pesar de los problemas que se nos vienen encima. Muchas llegan para buscar una salida económica y poder darle de comer a sus familias, también somos mujeres perseguidas por las dictaduras y es muy duro” cuenta Natividad. Por su parte, Doria Encalada, una joven peruana, sigue atentamente las palabras de su compatriota y asiente.

 

La Mujer Boliviana

 

Natividad se refiere al incendio del taller textil ocurrido en Buenos Aires el jueves 30 de marzo donde seis personas de nacionalidad boliviana murieron calcinadas y considera que se trató de “un fenómeno mundial”.

 

“Es increíble que haya sucedido justamente dos días después de que celebráramos el Primer Tribunal de Mujeres Migrantes y Refugiadas (el 28 de marzo en Plaza de Mayo), porque justamente en esa oportunidad se había denunciado la explotación en las fábricas textiles, como así también se habló respecto a la explotación de los quinteros (productores de frutas y hortalizas) bolivianos de Escobar”, recordó Natividad.

 

Remarcó asimismo que “todos los días, a toda hora, muchos jóvenes de Bolivia están llegando, son reclutados con anuncios de que se necesitan jóvenes para trabajar en Argentina y son traídos en colectivos (autobuses) baratos. A pesar de los que sucedió -el incendio referido y el debate abierto en torno a la existencia en el país de miles de inmigrantes en condiciones de semiescalvitud-, el tráfico de personas continúa".

 

La Mujer Peruana

 

“En Perú esto también se da. Lo único que a partir de la crisis del 2001, muchos de los que se habían radicado aquí volvieron a su país. Allí sufrieron problemas de readaptación y regresaron a Argentina con sus hijos, sobre todo en 2004 y 2005”, agregó.

 

Respecto de las marchas que se realizaron en rechazo malas condiciones de trabajo entre los bolivianos que se dedican aquí a la industria textil, Doria Encalada manifestó que “nosotros no estamos de acuerdo con quienes salieron a la calle y marcharon convocados por los talleristas (los patrones) porque esa gente los está explotando a los trabajadores. Lo que queremos y necesitamos es diálogo y pacificación".

 

La comunidad de Inmigrantes

 

En la comunidad de inmigrantes se dice en voz alta que las manifestaciones en las que los trabajadores se oponían al cierre de los talleres clandestinos fueron, en general, provocados por los propios dueños de esos establecimientos.

 

“También nos sentimos tristes cuando vemos que las organizaciones piqueteros (de desocupados) llevan a gente de nuestra comunidad a sus marchas. Ellos están presionados y si no concurren no les distribuyen los víveres de asistencia que han pactado. Nosotras, desde la organización, no estamos de acuerdo con eso aunque cada uno está en libertad de hacer lo que crea conveniente. No queremos mezclar nuestra organización con políticas partidarias”, dijo Natividad.

 

El caso de Lesia Paliuk conmueve. En primer lugar, porque proviene de un país lejano geográfica y culturalmente, y porque aún “amparada” por un convenio entre estados, se enfrenta a un sin número de situaciones dolorosas y atropellos a sus derechos, al igual que las migrantes de países de América Latina.

 

“En 1994 se firmó un convenio entre los entonces presidentes de Argentina y Ucrania, Carlos Menem y Leonid Kuchma. En ese momento, Argentina sancionó un decreto por el cual se disponía a recibir migrantes de Europa Oriental. La gente de mi país, que padecía las consecuencias de la explosión de Chernobyl, vió en ello una oportunidad de irse para evitar que sus chicos vivieran en riesgo. Muchos aceptamos y llegamos a la Argentina. Pero fue un fracaso”, relata Lesia.

 

“Vinimos acá y no nos recibió nadie. Nos habían dicho en la embajada argentina que los hoteles acá costaban 50 dólares el mes, y a mí me parecía raro. Pero no teníamos demasiada información y lo creímos”, recuerda.

 

“Cuando llegamos no sabíamos a dónde acudir en caso de emergencia, los cursos de idioma que se daban para todos los extranjeros eran demasiado básicos y no servían para poder trabajar en nuestras profesiones. Yo llegué con el título de Economista y Administración de Empresas, como muchos otros, pero no podíamos ejercer la profesión. Muchas mujeres empezaron a trabajar en casas como empleadas domésticas, y fue una frustración. Sobre todos, los varones cayeron en depresión. Las mujeres nos mantuvieron más fuertes. Se destruyeron un montón de familias. Y no podés volver porque es muy lejos”, añade Lesia, a quien la voz se le quiebra y no puede evitar el llanto.

 

“Ella quiere volver a visitar a su madre”, interviene Natividad. “Sí, pero no puedo volver a vivir allá porque la explosión en Chernobyl liberó unas 500 veces más radiación que la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki. ¿ Usted sabe cuántos años hace que sufre la gente de Hiroshima y Nagasaki? Yo vine acá porque perdí un bebé en el año ´95 y ahí me decidí. Pensé: yo me voy de acá porque quiero que mis hijos crezcan sanos. Y bueno, yo voy a sufrir pero ellos van a vivir mejor. Ahora se van a cumplir 20 años de la tragedia”, dice Lesia tratando de recomponer una voz temblorosa.

 

Inmigrantes victimas de la discriminacion y xenofobia.

 

El gobierno tiene muchos planes de vivienda, el plan Manos a la Obra y otros de promoción social, pero estos inmigrantes no tienen acceso a ellos. Los consulados no escuchan.

 

“El lugar donde más nos discriminan es en los consulados, nuestros propios compatriotas. La legislación dice que los consulados tienen el derecho y la obligación de ayudar a sus nacionales. Pero ellos acá son totalmente burocráticos y no nos atienden bien. Son los espacios donde más discriminación hay, donde más violan nuestros derechos”, asegura Natividad.

 

Quienes hablan bien el Castellano… O la diversidad lingüística del Castellano.

 

“Por eso, pretendemos crear una Defensoría de Migrantes, donde cada caso se atienda en idioma nativo, aunque no sólo tenemos el problema de la lengua sino que aquellos que vienen de los países limítrofes también sufren situaciones conflictivas. Así no nos sentiríamos tan solos. Antes me decían que nosotros no podíamos tener problemas por ser blancos, y no es así. Sentimos que somos discriminados por no poder ´hablar bien´. Pero no tenemos tiempo de estudiar porque tenemos que trabajar de la mañana hasta la noche para mantener a la familia”, explica Lesia.

 

“Las mayores trabas que encontramos a la hora de regularizar nuestra situación de residencia, no es por parte del gobierno argentino porque los trámites se expiden rápido sino del consulado boliviano. Se demoran años en entregarnos los certificados de nacimiento y los costos de los trámites son muy altos”, aseguró Nelly Serrudo.

 

“El Consulado no resuelve los problemas de estudios y las trabas idiomáticas porque dice que eso es competencia del gobierno argentino. Son deficientes porque tiene herramientas para darnos soluciones y ayuda pero no las aplican”, agregó Lesia.

 

“Yo vengo desde el Perú, donde asistí a un Primer Encuentro de Peruanos en el Exterior y de todas partes del mundo, que promovió el ministerio de Relaciones Exteriores. Ellos nos explicaron sobre todas las remesas para los migrantes y que acá hay un paquete para que nos puedan solventar y ayudar, pero la ayuda nunca llega. Ni siquiera les abren las puertas a sus compatriotas. La Defensoría del Pueblo del Perú nos dice que nosotros tenemos que denunciar al cónsul y a todos los funcionarios, para que se sepa como nos tratan y a dónde va el dinero, porque las organizaciones no tenemos nada”, dijo Doria Encalada.

 

“Pero desde el gobierno argentino, las organizaciones que dicen trabajar por las mujeres migrantes, como la Secretaría de la Mujer, tampoco lo hacen. Sentimos que nos ven como una competencia porque nosotros estamos trabajando en la realidad, vamos hasta las bases a ver cuáles son los verdaderos problemas”, afirma Natividad, quien sin embargo resalta el reciente convenio firmado con la Asociación Argentina de Protección Familiar, con la intención de atender los problemas de salud que nos afectan.

 

"Ellos tienen la infraestructura necesaria que no tenemos nosotras, para que las mujeres tengan acceso a anticonceptivos, para que se practiquen mamografías y otros estudios. El nuestro fue el único proyecto de mujeres migrantes que se presentó a la Secretaría de la Mujer del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y lo rechazaron” agregó.

 

“Ni siquiera atienden a los que están en situación regular. Entonces nos preguntamos cómo puede ser posible. Era el único proyecto exclusivamente para las mujeres migrantes, tendiente a cubrir un derecho que nos corresponde, el derecho a la salud previsto por el artículo octavo de la Ley de Migraciones 25. 871. Ya no estamos dispuestas a soportar estos atropellos” sentenció Natividad.

 

Sin embrago, la misma dirigente de AMUMRA reconoce que, "dentro del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, la Subsecretaría de Derechos Humanos siempre nos ha apoyado y acompañado, por ejemplo aportando la infraestructura para llevar adelante el Primer Tribunal de Mujeres Migrantes y Refugiadas".

 

Uno de los mayores logros de esa organización fue lograr la derogación de la ley de la dictadura y la sanción de una nueva Ley de Migraciones (ley 25. 871).

 

Desde 1983 la democracia argentina mantenía una grave deuda con el Estado de Derecho. Continuaba vigente la ley 22.439, sancionada por la dictadura y conocida como "Ley Videla", que consideraba al inmigrante como un peligro para la seguridad nacional y el orden público, establecía un mecanismo de control al margen del derecho y negaba el acceso a derechos fundamentales garantizados por la Constitución Nacional a todos los habitantes del país.

 

La derogación de la "Ley Videla" representó también el fin de una etapa en la cual la democracia argentina hizo caso omiso a la gravedad de este problema, ya que permitió no sólo la vigencia de la norma sino su continua y efectiva aplicación. Ello implica que los gobernantes de estas dos últimas décadas legitimaron el sistema establecido por aquélla.

 

Incluso, durante los años 90, el poder ejecutivo profundizó la lógica y el espíritu de la normativa migratoria, mediante el dictado de sucesivos decretos, particularmente a través del Reglamento de Migraciones sancionado en 1994.

 

Esta política se vio a su vez acompañada por un fuerte discurso oficial que, recurriendo a criterios discriminatorios, pretendía endilgar a los migrantes la responsabilidad por la precarización total de las condiciones socioeconómicas de gran parte de la población, generadas por las políticas de ajuste implementadas en esa etapa.

 

Este logro constituyó el primer paso adelante, pero no es suficiente según cuentan las activistas. “Pero ahora nosotras queremos que se reglamente la Ley de Migraciones, que se cumpla”, agregó Lesia Paliuk.

 

“También vamos a trabajar mucho este año para realizar el Segundo Tribunal, en marzo próximo. Nos proponemos reunir dos mil personas en Plaza de Mayo. A veces se nos hace muy difícil porque no tenemos recursos económicos, ya que esta es una Asociación sin fines de lucro y somos mujeres migrantes y refugiadas. Nos está apoyando el American Friends Service Committee, de Filadelfia, Estados Unidos, que tiene la sede del Comité Andino de Servicios (CAS) en Ecuador, y alguna otra organización.

 

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“La mujer es la que lleva el peso más difícil por la responsabilidad que conlleva el tener hijos. En nuestra emigración que vino de Ucrania muchos hombres, después de la crisis del 2001, se fueron a Europa, a Inglaterra, España, y los chicos y las mujeres se quedaron acá solos. Ellos formaron una nueva familia allá y acá las mujeres quedamos sin ayuda de nadie, sin poder salir del país porque no tenemos el permiso del padre para viajar con los hijos”, dijo Lesia.

 

Proceso de readaptacion trasncultural en los ninos

 

“Pero los niños migrantes son los que más sufren porque los padres viajaron y las madres acá después de trabajar como esclavas juntan su platita para que el padre venga a estar con ellos y ellos no vienen porque ya formaron otra familia en el país de origen. Como yo siempre digo, muchas veces la violencia migra junto con las mujeres”, reflexionó Natividad.

 

“Aquí muchas mujeres comienzan a tomar conciencia de la situación en la que se encuentran. Por eso muchos hombres no quieren que sus mujeres participan porque dicen que esta organización las despierta. Una vez, una compañera que trabaja en las quintas nos contó que al llegar a su casa su marido estaba muy enojado y le gritaba y le decía que ya no la iba a dejar venir a la organización. Ella por primera vez se le enfrentó y le dijo: Pará ahí nomás. Porque ahora yo te puedo denunciar. Porque tú me estas haciendo violencia psicológica”, dijo riendo Natividad.

 

“Nosotras buscamos concientizar. Como cuando hicimos la campaña sobre el Sida, porque hay muchos casos de migrantes que tienen la enfermedad. Yo les decía y les digo a mis compañeras latinoamericanas que todo el mundo tiene Sida mientras no demostremos lo contrario. Así que empezamos a repartir veinte mil preservativos sin saber que reacción iba a tener la gente. Pensé que se iban negar. Era un riesgo porque la primera vez que repartimos preservativos acá nos decían las madres que queríamos prostituir a sus hijas. Nosotras nos armamos de valor y les dijimos que no podían ser tan egoístas con sus hijos, que lo hacíamos para que se cuiden. Ahora estamos en conversaciones con la Universidad. Hemos pedido algunos pasantes en derecho, en trabajo social, en sociología, porque queremos nosotras mismas sistematizar la información de las investigaciones que hagamos, que van a ser netas y exclusivamente verídicas", añadió Natividad.

 

“Nuestros hijos están llevando ya la batuta. Han mamado desde pequeños de las madres este trabajo que hacemos. Ellos muchas veces están más conscientes que nosotras de la necesidad de luchar por sus derechos, de luchar por su identidad. Tienen una visión y una expectativa más fuerte porque ellos nacieron acá. Porque nosotros muchas veces nos planteamos que hemos venido por decisión propia, por la necesidad de trabajar y ganar dinero. Y por eso muchas veces nos resignamos a aguantar muchas cosas. Pero un hijo no”, dijo Nelly Serrudo.

 

“Sin embargo, aún siendo argentinos, nuestros hijos son discriminados por el sólo hecho de ser hijos de migrantes. En el acceso a la educación y otros derechos son discriminados. Por ejemplo cuando fuimos el año pasado a Jujuy (donde se celebró el primer encuentro binacional en la Quiaca, en el que participaron 40 organizaciones), detuvieron a un chico argentino, hijo de bolivianos, que fue con nosotros. La gendarmería lo metió en el calabozo, les quitaron todas sus ropas y pertenencias, le gritaban y le decían que era un boliviano de mierda. El chico les contestó que él era argentino pero los policías siguieron maltratándolo”, contó Natividad.

 

Las mujeres activistas llegaron hace pocos días de Ecuador donde se celebró una asamblea internacional de MIREDES. Se han conformado cuatro nodos: México con Estados Unidos; Chile con Perú; Argentina con Bolivia y Colombia con Ecuador. De esos cuatro nodos, fueron elegidos cuatro países para la integración de un Comité Ejecutivo. A partir de ese momento, Argentina integra el Comité Ejecutivo de MIREDES Internacional junto con Perú y Colombia, y falta aun saber si se suma Estados Unidos o México.

 

“Estos países no pudieron asistir al evento porque Estados Unidos está trabajando en el problema de la ley de migraciones y, por su parte, la gente de México está trabajando mucho en Chihuahua y en Chiapas porque del 1 al 5 de mayo próximo tendrá lugar el Foro Social Mundial de Fronteras, oportunidad esa en la cual se prevé derribar la frontera entre México y Estados Unidos, el famosos muro. Ya han partido caravanas para llegar el 5 de Mayo y poder derrumbar el muro”, explicó Natividad.

 

"Respecto a todo el problema que hay ahora en EEUU, con la lucha de los migrantes, que buscan que el gobierno los regularice, estamos pensando en tomar acciones. Estamos planeando una huelga. Allí, como en muchas otras partes, se dice que venimos a quitarles el trabajo, que somos criminales. Nosotros queremos demostrar aquí en Argentina que no somos eso. Queremos parar un día para concientizar a la sociedad que somos trabajadores y no mano de obra barata, que queremos darle de comer a nuestras familias y darles a nuestros hijos una mejor educación. Y vamos a pedir a todas las personas en nuestra condición que se unan ese día. Posiblemente sea el 18 de diciembre, declarado por Naciones Unidas como el Día Internacional de las Migraciones”, concluye Natividad. 

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